Capítulo seis.

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—¿Cómo estás? —preguntó ella, acariciando mi cabello.

—¿Como crees tú? —susurré.

—Creo que deberíamos hablar ahora.

Asentí y fuimos al sofá a sentarnos.

— Mira... nosé por donde comenzar, esto es dificil para mí también, Bleu.

—Solo explicame porque me mentiste.

—Bueno, porque no quería darte preocupaciones, trabajas, estudias, mantienes a April y simplemente no podía decirte por esa razón. Te haría mal y nosé, Bleu. Solo perdoname por no haberte contado antes.

—Bueno, pero ha pasado bastante tiempo ya. —elevé las cejas y me crucé de brazos. —Mira, no quiero discutir, así que solo jurame que no volverás a mentirme.

—Te lo juro, Bleu. —me miró a los ojos y yo asentí.

—Ahora, ven aquí. —la atrajé hacia a mí y la abracé. —Te extrañé.

—Yo también, nena.

                                                                                      ***

Pasamos la noche viendo películas junto a April, mi hermano y mi madre. Comimos algunas golosinas y conversamos de todo un poco.

Mí madre se iria mañana, así que yo trabajaría solo hoy.

Cuando llegué, vi a Hyden conversando animadamente con Sofía. Le sonreí y luego pasé a la cocina.

El día se paso lento y no hablé con Hyden en todo el tiempo. Harry no vino a trabajar porque se encontraba enfermo y mi dia fue terriblemente aburrido.

—Oye, Bleu.

Me voltee y miré a Hyden, que tenia una rosa en su mano.

—¿Qué pasa, campeón?

—¿Te acuerdas de que teníamos una cita? —pregunto, levantando una ceja.

Yo sonreí. —No campeón, no recuerdo.

—Bueno, se supone que tendríamos que estar yendo ahora.

—¿Por qué?

—Por que es algo lejos.

—Bueno, está mi madre en casa así que no creo poder ir...

—Oh vamos.

—Lleva a Sofía. —Sonreí.

El enarcó una ceja.

—¿Sofia?

—Sí

—¿Estas celosa?

Me eché a reir. —No.

—¿Segura?

—Segurisima.

—Bleu, por favor, vamos. Sé mi cita, pero como amigos, tranquila.

—¿Ahora?

—Ahora.

Me tomó de la mano y cuando estuvimos con todas nuestras cosas en las manos, salimos del local. Caminamos por otra dirección y después Hyden paró al lado de un auto negro con ventanas polarizadas.

—¿Es tu auto?

—Sí.

Nos subimos y comenzamos el trayecto hacia donde él me llevaría.

Mientras Hyden conducía, yo lo observaba atentamente. Veía su perfil, su nariz recta y perfilada, sus pestañas algo rizadas y sus labios carnosos. Todo en él era precioso, y no me gustaba sentir ese cosquilleo en mi estomago al verlo.

—¿Que pasa, tengo algo? —preguntó él, mirandome rapidamente, luevo volvio su vista hacia la carretera.

—No, nada. 

Miré hacia la ventana y apoye mi cabeza contra esta y luego cerré los ojos.


                                                                                 ***

Cuando llegamos, me sorprendi al instante.

Estabamos en la playa, escuchaba el sonido del mar, las olas chocando contra las rocas y el viento. Mi pelo se movia a causa de este y el de Hyden igual, por lo que reímos divertidos y comenzamos a caminar.

—¿Donde me llevarás?

—A un lugar no tan lejos de aquí.

Seguimos caminando, y llegamos a un local, donde tenia una terraza con mesas ahí. Hyden me invito a sentarme en una de las mesas, estabamos solo nosotros en la terraza, los demás estaban adentro. 

Mientras Hyden iba adentro para pedir comida, o algo para tomar, yo observé hacia mi costado, veía el mar y sentia la brisa de este. Sonreí enternecida cuando vi a dos perritos paseandose por la orilla de la playa mientras jugaban. 

Me sentí tranquila, y comoda. 

Ya habia arreglado todo con mi madre y aunque aun estabamos algo tensas, ya no era tanto como antes y solo era cuestión de dias para que todo volviera a la normalidad.

 —¿Que quieres pedir?

Hyden se sentó frente a mi.

—Lo que tu quieras, sorprendeme.

—Bien. —rió.

Y así se pasaron las horas, conversamos, comimos de todo, tomamos diversos jugos tropicales y reímos mucho. Sin duda, es el mejor día de mi vida. Hyden me contó muchas anecdotas de su niñez y yo le conté sobre las mias.

Caminamos por la orilla de la playa a paso lento y con los pies descalzos.

—Gracias por traerme aqui, realmente lo necesitaba. —dije.

—Gracias a ti, por aceptar y venir.

Seguimos hablando de muchas cosas más y me sorprendi, enserio, cuando comencé a ver el amanecer.

—¿Que hora es, Hyden?

—Las seís de la mañana. —dijo sorprendido, al igual que yo. —¿Como se nos ha pasado la hora tanto?

— No lo se... y no tengo sueño, ¿sabes? pensé que aun era temprano.

—Yo también.

Nos sentamos en la arena y suspiramos. 

Comenzamos a ver el amanecer desde donde estabamos, no oíamos nada, salvo el ruido que hacia el mar. La mayoria de las personas deberian estar durmiendo y descansando, mientras nosotros estamos aquí, disfrutando un bonito paisaje.

—Es precioso. —susurró Hyden.

Lo miré, en sus ojos habia un brillo y el sol hacia que sus ojos verdes fueran mucho más claros.

—Es maravilloso. —dije, volviendo a mirar.—Me dio frio.

Me acerqué a él y me acurruco entre sus brazos, con mi mano le toque el brazo y comencé a acariciar. Apoyé mi cabeza en su pecho y ambos seguimos mirando el amanecer.

"Cada vez que uno despierta tiene el privilegio de oír el cantar de los pajaros y de ver el brillo de un hermoso sol que nos alumbra. Todo ello nos provoca dicha, felicidad y muchas ganas de vivir"  

BleuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora