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Eri Yandaki cuyo conocimiento es escaso busca florecer en países desconocidos, en su segundo viaje a Japón encuentra algo más hermoso que el conocimiento.
Suzuka Kanazawa, una estudiante universitaria de Artes modernas, que le gener...
Eri que muy extrovertida pareciese a simple vista, quedó petrificada ante la jóven que le sonreía con gentileza, la escaneo de arriba a abajo, apretó su agarre a sus maletas y le sonrío.
—Hola tú debes ser Yandaki Eri, soy Suzuka, un placer —ella extendió su mano para estrecharla formalmente, sus ojos brillaron por un momento al sentir su palma contra la de ella.
Eri hizo una reverencia y aclaro su garganta —El placer es mío, Suzuka.
—Hola Eri, bienvenida pasa —la castaña que a la memoria de Eri se llamaba Kanon la invitó amablemente.
Yandaki cruzó el marco de la puerta pero fue detenida por una mano que sintió en su hombro, ella se giró.
—Quítate los zapatos, por favor —pidió la pelinegra amablemente.
La mayor se disculpó, dejo sus maletas y se quito sus zapatos de tacón dejandolos a un lado de la puerta, esta misma fue cerrada por Kanon.
—Hola Eri, soy Rin bienvenida —saludó una muchacha pelo rizado —.Déjame ayudarte con tus maletas.
Eri extendió el equipaje dándole sólo uno a Rin para que no le pese mucho.
—Y yo Mizyu, es un placer conocerte —le arrebató la otra maleta que sobraba para así llevarla a lo que sería su próxima habitación.
—Debes estar agotada, los viajes son bastante incómodos ¿no? —hablo Kanon con una sonrisa —Suzuka ¿por que no guias a Eri a su habitación?
—Sigueme —declaro la pelinegra, empezó a caminar por la casa siendo seguida por la muchacha.
En el pasillo, paró en una puerta, Suzuka la abrió dejando ver la habitación que antes era un salón de baratijas y cosas inecesarias que a Kanon le gustaba guardar, las paredes eran blancas lo que hacía contraste con las cortinas que bailaban por el viento que se colaba por la ventana, la castaña pasó por un lado dejando el olor de su fragancia dulce a su paso.
—Es bastante lindo, gracias.
Eri se paseo por la habitación siendo observada por Suzuka quien se apoyo en el marco de la puerta. La mayor se dejo caer en la cama, exhausta. La pelinegra sonrió para si misma.
—Avisale a las demás que dormire un rato.
—De acuerdo, cualquier cosa tocas a mi puerta, está al lado.
La muchacha apagó la luz y cerro la puerta dejando a Eri sumergirse en un sueño reparador, a pesar de su aspecto pulcro, tenia una expresión cansada, sus ojos opacos transmitian una tristeza pura, algo que no habia visto en mucho tiempo. Suzuka se dirigió a la cocina solo para avisar que su huésped dormiría y luego volvió a su habitación.
Eri le causaba curiosidad y más por la pila de libros que noto mientras Mizyu agarraba su maleta, parecía alguien sabia y llena de imaginación y eso le gustaba en una persona. Suzuka sacó el cuadro que tenia sin terminar, renovó sus pinturas y se puso manos a la obra.
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