8. Placebo effect

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| Capitulo siete, efecto placebo.

Al ritmo de las hojas crujientes de la mañana, Suzuka y Eri estaban en camino a la gran ciudad de Kioto. La pelinegra estaba impaciente en el asiento del copiloto maquillándose para evitar el aburrimiento mientras que Eri trataba de anotar algunas cosas en su libreta mientras conducía, algo bastante peligroso pero al parecer no le importaba en lo absoluto.

Mientras que retocaba su brillo labial no pudo evitar pensar en todas las cosas que harían en la ciudad, es decir, le emocionaba el hecho de pasar tiempo con ella además que de todas las chicas la escogió solo a ella para acompañarla. Era curioso y Suzuka no pudo evitar fantasear por eso.

El camino era agotador, siempre eran los mismos árboles, pajaros y carretera desde hace dos horas. Suzuka extendió sus pies acomodándose en el asiento.

—¿Falta mucho? — pregunto la menor mirando a Eri de reojo.

—Si — una respuesta tan seca como sus labios agrietados.

Suzuka rodo sus ojos y suspiro, ha estado de mal humor desde que salieron de la casa, no le había dirigido ni una palabra en todo el camino, ella siempre era la que sacaba conversación.

—¿Que haremos cuando lleguemos?

—Quiero dormir, tu puedes salir si quieres.

Suzuka asintió con la cabeza completamente incómoda. ¿Entonces para que Eri quería compañía si iba a estar con esa cara? La pelinegra se cruzó de brazos molesta por su comportamiento, cosa que la mayor noto pero no quiso preguntar, no quería discutir por ahora, era muy temprano para ello.

Apenas las cinco y veinticinco de la mañana.

Habían salido temprano puesto que Eri solo iría de visita, dejando atrás eso de quedarse en casa de los demás.

Esta vez se quedarían en un hotel, uno decente al menos, Suzuka se preguntaba de donde Eri sacaba tanto dinero para viajar. Para ella, Eri era como un libro abierto, no por lo fácil de leer sino por el hecho de que tenía miles de anécdotas por contar. En las cenas (sobretodo) la muchacha exponía su vida en los diferentes países ya descubiertos, trabajo en muchas cosas, escribía unas miles mas, y el álbum de fotos que siempre cargaba consigo cada vez aumentaba su peso, Eri era su cielo, alguien con la que se sentía comoda y con la que podia hablar de lo que sea, alguien creativa y hermosa.

Si conocieran a Eri como ella lo ha hecho, seria el tipo de cualquiera.

Suzuka paso sus manos por el marcó de la puerta para cruzarla, dejo su maleta a un lado y se tiró en la cama relajando sus músculos tenso por estar toda la mañana en ese puto asiento, luego de unos segundos sintió el peso de Eri a su lado, seguido de un beso en su mejilla.

Suzuka se volteo para mirarla, el sol le pegaba en la cara haciendo sus ojos café opacos a un color caramelo, sus pupilas se dilataron y sus mejillas se ruborizaron. La menor paso sus dedos por el cabello ajeno sintiendo la suavidad inmediata. Eri extendió su brazo y Suzuka por impulsó la abrazo, su cara quedo hundida en el hueco más profundo de su cuello absorbiendo su aroma dulce.

La muchacha sonrió por un momento, arrugo su camisa y suspiro sumiendose en el sueño más profundo, Eri se sentía como el cielo.

«¿Por qué te quedas a mi lado?, no tengo nada especial en comparación a ti»

«¿Por qué te quedas a mi lado?, no tengo nada especial en comparación a ti»

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𝐌𝐲 𝐤𝐢𝐧𝐝 𝐨𝐟 𝐰𝐨𝐦𝐚𝐧 | 𝐒𝐮𝐳𝐮𝐤𝐚. 𝐊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora