Capítulo 6

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Emma colapsó en su cama sintiéndose más cansada y adolorida de lo que sabía era posible. No recordaba alguna vez haberse sentido tan drenada física y emocionalmente nunca antes y eso era demasiado decir pues Emma vivía en un estado constante de agotamiento.

En menos de un par de horas había quedado a cargo de sus hermanos por su cuenta por un tiempo indefinido, se había convertido en la primera humana en formar parte de un sello de moiras, le habían dado una cátedra en el funcionamiento de los sellos y de su uso estricto, se había despedido de su papá con incertidumbre de no saber cuando lo verá de nuevo y había regresado a su casa como si hubiera sido un paseo a la plaza. A pesar de que todo había terminado una parte de su cerebro seguía gritando que nada de eso estaba bien y que todo estaba terriblemente mal.

Ella solo deseaba poder callar la voz de su cabeza porque, aunque tenía razón, su opinión justo ahora no ayudaba en nada más que en darle un exceso de confianza a su ansiedad.

Después de que salió de la oficina de la directora se encontró con sus hermanos esperándola afuera, cada uno con sus cosas en bolsas o en cajas y listos para irse. Emma se sintió decepcionada de no ver a Gifflet cerca, pero quizás era mejor así. Ya se habían despedido después de todo.

Emma trató desesperadamente de ignorar las marcas de lágrimas en las mejillas de Dani al igual que sus ojos rojos, o cómo Kody se veía tan decaído; resignado y molesto con toda la situación. Emma podía prácticamente ver los engranajes en la cabeza de Kody tratando de encontrar alguna solución mejor que quizás todos los demás hayan pasado por alto. Mara por su parte se veía nerviosa. La niña sabía que esto no era exactamente bueno, Mara era muy susceptible a las emociones de las personas en su entorno cercano —como cualquier otro niño de su edad—, y aunque no lo entendía, y no lo haría —no en realidad, era demasiado complejo para su joven mente que no debería estar lidiando con nada de esto en primer lugar— incluso si se lo explicaban, Mara sabía que su rutina iba a ser muy diferente de ahora en adelante.

En vez de pensar en lo devastados que se veían sus siempre enérgicos hermanos, se concentró en los brazos de Kody, los tobillos de Mara y los antebrazos de Dani. Las marcas que siempre estaban ahí, la evidencia física de los sellos que habían tenido desde que ella los conoció ya no estaban. Los sellos ya habían sido rotos.

Los Altos Mandos iban muy en serio con todo esto. Ver los sellos originales rotos hacía mucho más real la situación. También confirmaba lo que Emma ya sabía; sin importar lo que ella dijera iban a seguir con ese plan, les gustara o no. Emma quería enojarse por ello, pero no podía cuando sabía que si Gifflet había estado de acuerdo era porque era lo mejor para los cuatro.

Sus tres hermanos menores siempre habían tenido unas marcas en el cuerpo que parecían como aquellos tatuajes que veía en tribus oceánicas o antiguas de diferentes culturas. Eran inscripciones en rúnico de color oscuro que se enrollaban sobre alguna de sus extremidades. Las de Kody bajaban de su hombro hasta la mitad de su brazo, las de Mara rodeaban cada uno de sus tobillos y las de Dani empezaban en su antebrazo y terminaban tan solo una vuelta después. La primera vez que notó las marcas Emma se alarmó, preguntándose cómo era posible que tuvieran tatuajes siendo tan pequeños. Después de su pánico inicial Kody trató de explicarle qué eran las marcas, pero eso no hizo nada por calmar los nervios de Emma. Gifflet tuvo que intervenir para que Emma dejara de hacer un escándalo al respecto.

Así que era muy notorio que las marcas que debían estar ahí ya no lo estaban.

Kody la había mirado con incertidumbre pintada en sus ojos y sus manos habían viajado a sus brazos donde antes estaban las marcas, tratando de cubrirse con sus brazos cruzados súbitamente muy consciente de sí mismo gracias a la deslumbrada mirada de Emma.

Arrullo de la Muerte: OtoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora