•*. Prologo .*•

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Todo comenzó con un crimen.

Un crimen que cambiaría drásticamente el destino.

El destino de dos personas que se amaban con locura, pero que nunca pudieron tenerse.

Esas personas eran Kim Moobae e Hichiko Bahng. Se conocían desde que tenían memoria, prácticamente. Se criaron juntos y vivieron miles de momentos como mejores amigos... Pero en el fondo siempre estuvieron enamorados.

Cada año, visitaban una casita de campo a las afueras de la ciudad, donde pasaban todo el verano entre animales de granja, lagos y flores de mil colores.

Cuando Hichiko cumplió los 18, sus padres le obligaron a casarse con un hombre rico dueño de una empresa millonaria. Cosa que rompió a la chica y a Moobae en mil pedazos.

La pobre mujer recibía golpes diarios. Insultos, gritos, palizas y una tristeza que abundaba en su interior. Moobae hacía todo lo posible para hacer que su amada no se sintiera mal. Le mandaba cartas, flores, de vez en cuando uno que otro abrazo a escondidas... La quería tanto que daría todo lo que fuera por ella. Todo.

Hichiko quedó embarazada a los 20 años. Pensó que un hijo le salvaría la vida, que por lo menos algo en su vida le brindaría tanta felicidad como cuando estaba al lado de Moobae.

A los ocho meses y medio de embarazo, Hichiko se encontraba sola en casa cuando, de repente, alguien tocó la puerta.

La mujer se dirigió hacia la puerta con un poco de miedo. Temía que fuera su marido.

Al abrir la puerta, vio lo mejor que sus ojos pudieron ver en mucho tiempo. Era Moobae con un ramo de rosas en la mano. Hichiko le invitó a pasar.

— ¿Cómo se va a llamar el chiquitín? - Preguntó Moobae acariciando el vientre de la pelinegra.

— Christopher... Christopher Bahng Chahn. — Respondió la mujer mientras lloraba de la emoción.

— Es un nombre precioso. Ya está a punto de nacer, será un bebé hermoso, cómo su madre.

Hichiko rio un poco y apoyó la cabeza en el hombro del castaño.

— No quiero que tenga esta vida, no quiero que soporte las palizas y los gritos de su padre. No quiero una vida así para mi hijo.

— Hichiko... Todo saldrá bien, te lo aseguro. Y si no, intentaré arreglarlo como pueda. Me da igual tener que matar por ti y por el bebé, si lo tengo que hacer, sin duda lo haré. Pinky promise. — Dijo el hombre levantando su dedo meñique.

La mujer sonrió entre lágrimas y unió su dedo meñique con el del castaño.

— Pinky promise.

Moobae se acercó a la chica y besó sus labios con delicadeza.

— Nunca te he dicho esto, pero te quiero más que a nada en este mundo... Eres la mujer de mis ojos.

Las lágrimas de hichiko se volvieron más pesadas. Sentía que el corazón se le salía del pecho.

— Gracias por todo, Moobae. Yo también te quiero. — Respondió la mujer mientras abrazaba al castaño.

De pronto, un gran golpe se escuchó en la habitación. Era el marido de Hichiko, el cual iba bebido y llevaba un cuchillo en mano.

— ¿¡Jack, cuando has llegado!? D-deja ese cuchillo, por favor. — Exclamó la mujer asustada.

— Tú... — Dijo el hombre acercándose a Moobae sin soltar el cuchillo. El castaño intentaba escapar de el cómo podía, mientras que la mujer lloraba sin parar.

𝐿𝑒𝓂𝑜𝓃 𝐵𝑜𝓎 // ChanMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora