Cuore italiano (cap.VI)

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-Papá... ¿Dónde está el puerto?- dijo Marie.

-Lo dejamos en casa amor- dijo Henry poniéndose a la altura de su hija.

-¿Era costoso traerlo?- preguntó inocentemente Marie.

-No mi amor, no podíamos traerlo, es de Italia- le respondió Henry sonriendo.

-Y... ¿Italia es envidiosa? ¿No lo quizo prestar papi? ¿Podríamos enviarle una carta?- dijo Marie a su padre.

-Mira, se que este no es el puerto Hatz pero... Cada que lo extrañes ven y envíale tu mensaje por este puerto, son amigos y el se lo dará de tu parte- dijo su padre.

-Mañana le preparo una carta- dijo Marie- hoy tengo sueño.

-Vamos a casa pequeña- concluyó Henry alzándola.

Quien iba a pensar que la familia mas italiana no pensaba regresar a Italia por nada del mundo. Vivir en nunca jamás era mas relajado para la familia, no conocían a nadie del lugar, nadie sabia su pasado, todo era mas tranquilo por ahí. Y de pronto:

-Apaga tus velitas amor y pide un deseo- dijo su madre a Marie.

Marie cerró sus ojos, "regresa a mi Buongiorno", los abrió y miro a su alrededor con una gran sonrisa.

-Ya estas viejita- le dijo Harry,su hermano, mientras la abrazaba.

-Siempre, mayor que tú- dijo Marie soltando a su hermano.

-Felicidades- la abrazaron las gemelas.

-Gracias nenas- dijo Marie a sus hermanas.

-Princippessa- dijo su papá- te tengo una pequeña sorpresa.

El señor Mckruber estiró su mano y la guió hacia afuera de la casa. Afuera se encontraba un pequeño caballo blanco esperándola.

-Te presento a tu Pegaso- añadió el Sr Mckruber- se que solo querías un perro pero conseguí un pony.

-Papá es un caballo y si me encanta- dijo Marie.

Se subió al caballo y dio una vuelta por la cuidad. Jamás se había sentido tan libre, pasaba el tiempo y ella no lo sentía hasta que... Llego a la frontera, a ese tenebroso bosque.

-¿También quieres salir de nunca jamás?- le pregunto a pegasso.

El solo relincho.

-Algún día, algún día- lo acaricio Marie- volvamos a casa.

El Sr Mckruber llevo al caballo a un lugar donde podrían cuidarlo, entrenarlo y permitir a Marie visitarlo.

Pasaron los meses y Marie se sabía la ciudad de memoria (esta ciudad llamada nunca jamás por la familia Mckruber es solo porque ahí jamás serían encontrados) ya había visitado todos y cada uno de los museos, parques, restaurantes, bibliotecas, panaderías y fronteras de la ciudad.

Llego a su casa, después de meses de aventuras a aburrirse dentro de sus 4 paredes, su habitación. Se acostó en la cama y observo el aburrido tono blanco que invadía el lugar. No había ningún sonido solo la música de las aves que habitaban afuera y aquel típico olor a polvo.

-Esto necesita algo diferente- pensó Marie- Talvez decoración, vamos de compras.

Tomo 10 billetes que su padre le había dado con el paso de las semanas y se dirigió caminando hacia el supermercado.

Escogió 8 tarros de pintura y 2 diferentes tipos de brochas y pinceles, un lápiz y un bonito overol.

-¿Cuanto es?- le dijo a la cajera

-8 billetes- dijo seriamente la cajera mientras empacaba su mercancía.

Le pago los 8 billetes y regreso rápidamente a su casa, busco bolsas de plástico grandes y cubrió los muebles.Comenzó a pintar poco a poco la gran habitación 5 días después logro terminarla, se limpió la cara del sudor y lo único que consiguió fue un extrovertido maquillaje.

Nadie había entrado al cuarto cuando este ya estaba terminado, así que el siguiente día que era un lunes se puso un bonito vestido, tomo sus libros y se fue a la escuela.

-Marie ya es hora de levantarse- dijo su madre que sabia que Marie bajaría sin necesidad de llamarla muchas veces.

Pero su madre no sabia que ella estaba en el puerto desde temprano para ver cuando salía el sol.

Allá en el puerto en que su papá la llevo para que le enviara mensajes a su puerto natal.

Puso una mantita y se sentó en la orilla, saco un pequeño barquito de madera que le regalo la señora de las artesanías y le agregó un pequeño pergamino sobre el. Como había dicho su padre "ellos son amigos, el le mandara la carta" se espero a que el barquito se alejara hasta que ya no pudo verlo.

El sol comenzó a salir y Marie solo grito -Buongiorno- lo observo lentamente hasta que ya todo se iluminó. De repente regreso a la realidad y...

-Ya es tarde- dijo Marie mostrando una cara de preocupación- ¿Que hago? No alcanzo llegar a la escuela.

-Sabía que estarías aquí, Princippessa- dijo su papá detrás de ella.

-Perdón papá- dijo Marie girando hacia papá- enserio no volverá a pasar.

-Vamos a la casa y en el camino me explicas ¿si?- dijo su padre.

Sus padres ya habían visto la sorpresa en su cuarto, así que comprendieron lo que ella necesitaba.

-Hija, tu padre y yo decidimos que debemos dejarte ir al puerto de vez en cuando ya que si eso te hace feliz a ti nos hace felices a nosotros- dijeron sus padres, que confiaban en la pequeña desde que era muy pequeña.

Este permiso por parte de ellos le dio a Marie una lista de grandes ideas que cada día se convertían en cosas mas explicadas y planeadas, como si fueran metas que ella misma se estaba proponiendo.Todas las mañanas iba al puerto y se sentaba a la orilla del mar a escribir esas "metas" que tanto quería cumplir.

-Mar, hay algo que me atrae de ti- menciono pensando en voz alta mirando al cristalino océano-, se que de alguna manera tienes algo que ver conmigo, simplemente eres todo.

Por obvias razones el mar no respondía solo se escuchaba el golpe de las olas con la orilla de arena blanca del puerto de la ciudad. Dieron las 7:30 am y Marie se dirigió a su escuela, dejando la típica carta a la orilla, donde las olas chocan.

-Nada mas bonito que vos
Como te explico como sos
Mi querido puerto escucha mi voz
Y al final juntos aquí los dos.- entonaba Marie mientras se despedía del pueblo, esa canción que había creado con la melodía de la caja musical italiana.

7:45 y Marie entra por la gran puerta de la antigua escuela, parecía que en aquel lugar había estudiado el famoso científico que descubrió el átomo, la verdad nadie sabia la edad exacta de aquel gran edificio que parecía la casona del virrey. Lentamente abrió la puerta-se escucho el típico rechino- luego estaban todos formados en sus respectivos grupos.

¿Habría alguna manera de salir de aquel embrollo? Obvio que Marie debía de encontrarlo, espera... ¿Es aquella que se arrastra por el suelo como un gusano? Si, es ella.

Después de la gran travesía, logró llegar a su larga fila y entrar al salón con el resto de sus compañeros; otro largo día en esa espeluznante escuela.

Pasaron 7 horas con 24 minutos que a Marie se le hicieron eternos, siempre los había figurado así desde que pasó a la secundaria, era como una tortura que no acababa. ¿Cuál era la explicación de Marie ante aquel hecho si esa escuela era excepcional? Tenía muy buenas calificaciones, al igual que dos grandiosas amigas y ese chico-Charles- que estaba enamorado de ella.

-Tal vez regresar a ese lugar en el que se quedo mi corazón es lo único que necesito-susurro al oído de Charles- Solo es necesidad de buscar eso que me hacía feliz allá.

-No te vallas- dijo Charles y suspiro.

Buongiorno ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora