Capítulo 13

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Todavía me encuentro en en mi plataforma, desde allí puedo observar a los demás tributos.

Los profesionales tienen realmente cara de asesinos, pero, ¿a quién quieren engañar?

Sé que es pura fachada y que temen por su vida al igual que los demás.

Comienza una cuenta atrás de un minuto. Echo un vistazo a la arena. En el centro hay una pradera extensa con flores, animales...

A un lado de la pradera se encuentran unas montañas heladas y, al otro, un bosque.

-Treinta y dos.

Sigo pensando en qué hacer cuando suene el gong.

-Veintiséis.

Miro a Dereck a los ojos, está a mi lado. Me hace un gesto con la mano diciendo que no nos matáramos entre nosotros primero.

-Dieciocho.

No sé si creerle pero, al fin y al cabo tiene sentido.

Por nada del mundo me iré a la primera de cambio con ningún tributo para aliarme, prefiero la soledad.

-Once.

Miro la Cornucopia, todo está lleno de mochilas que podrían salvarle la vida a cualquiera.

-Siete.

Miro al cielo y veo unas esponjosas nubes y el cielo está azul.

Veo una mochila y unos cuchillos cerca de mí.

-Tres, dos, uno...

Se escucha un gong por toda la arena y todos los tributos empiezan a correr.

Alcanzo primero la mochila y me la cuelgo a la espalda lo más rápido que puedo.

Corro y tras echar un corto vistazo localizo los cuchillos. ¡Tienen que ser míos!

Me dirijo hacia ellos pero la profesional del 9 también. Corro todo lo que puedo hasta alcanzarlos pero, cuando creo que ya son míos, la del 9 me agarra por la espalda mientras me intenta ahogar aprisionando su codo contra mi cuello.

Me siento agobiado, no puedo creer que mi muerte vaya a ser tan repentina.

Cuando apenas puedo respirar, me acuerdo del pequeño Taylor, de mamá y sobretodo de mi preciosa novia Betty.

Les prometí intentarlo y es lo que voy a hacer. Me impulso con las piernas y caigo hacia atras dejando a la chica indefensa. Aprovecho para coger uno de los cuchillos y la atravieso.

No me siento bien por lo que acabo de hacer y menos cuando suena el cañonazo que indica la muerte de esta chica.

Veo a Maysilee coger una mochila parecida a la mía y correr hacia una parte entre las montañas y el bosque.

No puedo quedarme más aquí y decido adentrarme en el bosque de la arena.

Decido andar hacia el interior del bosque. Mientras ando, abro mi mochila en la que hay un bote de cristal lleno de cecina, un cuenco, un machete y unas frutas algo raras.

Un animal pequeño se me acerca. Como no me fío de la fruta le doy un trozo.

Al momento de comer un trozo, el animal cae al suelo muerto. Tiro las frutas y me guardo dos, me podrían servir para algo.

Mientras tanto, se siguen oyendo cañonazos.

Como ya se está haciendo de noche, me monto una cabaña con unas hojas grandes que encuentro por ahí.

Después de una hora haciendo la cabaña, la acabo. Pongo en el suelo ramas secas para hacerme una cama.

Me tumbo y una mariposa revolotea a mi lado. Pongo la mano y se posa encima.

De repente, noto un repentino pinchazo y la mano me empieza a quemar. Me quito a la mariposa corriendo de la mano y me doy cuenta de que es venenosa.

Miro mi mano, la piel se empieza a poner morada y se empieza a hinchar.

Me rasco la mano y me pica mucho. Ahora mismo desearía que cualquiera me mandara un regalo.

Un paracaídas cae delante de mí y lo miro ilusionado.

Lo leo y pone:

Vamos chico, a curarse. Intenta ganar Michael, ¡arriba el distrito 4!

Me han confundido con otra persona, suelto una pequeña risita y me echo la crema. La hinchazón se me va al instante.

Después de curarme, miro al cielo. Se escuchan solo los ruidos de los animales que hay por el bosque. Intento dormir.

Cuando ya estoy casi dormido, el sello del Capitolio aparece en el cielo con su asquerosa musiquilla.

Después, aparecen los tributos caídos en el baño de sangre.

Hay uno del distrito 1, tres del 3, dos del 5, tres del 6, los cuatro del 8, la chica que maté del 9, tres del 10 y, lo que más me sorprende, Holly.

No me esperaba que la mataran en el baño de sangre. Llegué a pensar incluso que tenía posibilidades de ganar.

Me siento muy mal por lo de la chica del distrito 9. Nunca había matado a nadie. Pienso también en la familia de la chica.

Estarán todos llorando o muy tristes. Yo también estoy triste pero tengo que concentrarme en los juegos.

Al fin y al cabo, es matar o morir y, por mi familia, prefiero matar.

He contado dieciocho tributos caídos así que, quedamos treinta en pie.

No puedo más, después de comer un trozo de cecina, me duermo.

Los Juegos del Hambre de Haymitch Abernathy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora