Capítulo 15. ☆

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Narra Paul.

En el transcurso del día nos habían reunido a todos los salones de segundo año en el campo de americano, los superiores del colegio junto con la directora Linda Eastman, se encargaron de darnos un largo sermón acerca de la disciplina estudiantil además de la importancia de la ética y moral humana.

Durante el discurso, prestaba atención desde los asientos del estadio a los más mínimos detalles de la señorita Eastman, siempre me había parecido una mujer con liderazgo y de presencia impecable. Sus ademanes denotaban cordialidad, y sus palabras firmes te hacían poner los pies en la tierra.

Adópteme, YA.

También nos comentaron que habría una sorpresa para el próximo miércoles en clase de música, así que nuestra asistencia era de suma importancia.

En el momento del anuncio, sentí las miradas puestas en mí, sabía que me había convertido en el posible estudiante más odiado de toda la escuela.

Decidí esconder mi cara entre el suéter negro de cuello largo que tenía puesto, no podía soportar tanto contacto visual al mismo tiempo.

Tontos.

Agradecía que los tres ahora cuatro idiotas, no se habían presentado al colegio, eso me permitió aliviar mis nervios durante el transcurso del día.

Cuando el sermón finalizó, ya era hora de la salida, es por eso que ordenadamente empezamos a salir para encaminarnos a la entrada principal.

—No camines atrás de él Eric, te dejará un gran olor a mierda. —dijo un chico unos pasos detrás.

Los demás alrededor empezaron a burlarse siguiendo la corriente del comentario.

Yo no olía mal.

O sí?

Discretamente alcé mi brazo izquierdo para poder olfatear mi olor.

¡Pues claro que no olía mal! Mi abuelo siempre me había enseñado a ser muy aseado.

Me golpeé internamente por haberme dejado llevar, supongo que era nuevo acostumbrarme a más personas sumándose a aquellos insultos de mi rutina.

Suspiré al pensar que tenía que aceptarlo, eran las consecuencias de ser un héroe para mi amado piano.

—Nos vemos mañana Paul —dijo George despidiéndose—. No les hagas caso, recuerda que la mayoría de ellos terminarán siendo taxistas o prostitutas.

—Lo tendré en cuenta. —le sonreí levemente y seguido de eso, lo vi adentrándose al coche de la señora Louise.

Aproveché que estaba solo para mirar a mi alrededor, mis ojos estaban buscando disimuladamente una cabellera larga pelirroja.

Al no encontrarla por ninguna parte, decidí que era momento de regresar a mi hogar.

Tal vez mañana. Pensé.

Estaba a pocos pasos de llegar, cuando divisé a lo lejos una figura masculina en la puerta de mi casa. Vestía ropas de cuero y parecía dudar entre sí tocar la puerta o no.

Un momento... ¡¿JOHN LENNON?!

¿Qué hacía este criminal aquí? ¿Cómo sabía dónde vivía? ¿Acaso había venido a secuestrarme? Muchas preguntas recorrían mi cabeza, había comenzado a sentir demasiada ansiedad.

Me acerqué con pasos lentos y suaves a un frondoso arbusto ubicado un poco más cerca, ahí estaba seguro de que no podría verme.

Lo estaba observando entre las hojas, no tenía la seguridad de cuál era su objetivo. Tocó el timbre y espero recargado en el umbral de la entrada, parecía inquieto puesto que su pierna se movía de un lado a otro. Al pasar los minutos y no obtener una respuesta, empuñó su mano y tocó la puerta de nuevo, su cara se alzó al cielo demostrando que estaba irritado. Sacó su celular y empezó a revisarlo con desinterés.

—Jovencito McCartney —habló una voz melodiosa lográndome sacar un buen susto—. ¿Se puede saber qué hace escondido en mi jardín? —Era mi vecina, la señora Penny.

¡Joder, ahora no! Su voz era demasiado escandalosa, encima no era precisamente una persona discreta.

—Joven, le estoy hablando. —repitió.

Yo estaba demasiado concentrado observando a John, no podía permitirme salir así como así.

—¡Exijo una respuesta! —dijo casi gritándome.

El grito había capturado la atención del joven de cabello marrón claro, haciendo que volteara para nuestra dirección.

—Si no sale en este momento, me encargaré de sacarlo yo misma.

John hizo una mueca observando la situación y volvió a voltear hacia mi casa. Al llegar a la conclusión de que nadie le abriría, dió una ligero pisotón hacia el suelo negando con la cabeza y se encaminó hasta su coche aparcado en la acera.

Sentí que me jalaban el cabello a la par que veía como arrancaba el coche de John alejándose rápidamente.

—¡Se lo advertí! —mencionó la señora Penny sacándome bruscamente del lugar donde antes me encontraba escondido.

—¡Ya, ya!, ¡Suélteme! —dije con una mueca de dolor—. Lo siento, ¿Está bien? No volverá a ocurrir.

—Eso espero jovencito. Ahora fuera de aquí. —Soltó mi cabello y se alejó hacia la entrada de su casa.

Opté por acariciar la zona dañada mientras me dirigía hacia mi hogar, por pura suerte no me había arrancado un pedazo de cabello.

Moría por llegar a casa y contarle a Martha todo lo que había pasado hoy.

Let the light in. ★彡 [Mclennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora