El viernes de esa misma semana ni Paul ni Jim, hicieron acto de presencia por el lugar, Mary dió un fuerte suspiro en ese momento, sabía que Jim estaba muy lastimado para asomar su cabeza ese día.
Aún siendo consciente de la situación, se quedó esperando horas y horas mirando el marco de la puerta hasta que cayó dormida en los brazos de la inmensa noche.
Fue hasta el siguiente lunes cuando decidieron aparecer de nuevo en la blanca habitación.
Minutos antes de ir a visitar a su madre, el más pequeño decidió meter un objeto misterioso a una pequeña bolsa de regalo como consolación por no haber ido a visitarla ese viernes, se negaba a que su padre o alguien más pudiera verlo.
—¡Mami! —gritó Paul al verla—. Te extrañé mucho mucho MUCHÍSIMO. —el pequeño no podía esperar más, corrió a sus brazos en cuanto entró, recibiendo un largo abrazo por parte de esta.
—Mi bello Paul... —besó su pequeña cabeza—. No sabes cuánto deseaba verte.
Jim también se acercó y saludó uniéndose al abrazo.
—¿Qué es eso que traes en esa bolsa muchachito? —preguntó curiosa la mujer en la camilla.
—Nop, aún no puedes saber mami. Tienes que esperar —dijo Paul en un tono divertido escondiendo la bolsa detrás de su espalda—. Compramos una película en el camino, ¿Puedo ponerla mami? Te va a gustar mucho mucho mucho, es de mi superhéroe favorito.— dijo mostrando una de sus más bellas sonrisas en aquel inocente rostro.
—Claro que sí mi amor, pero con una condición —le contestó la mujer levantando una de sus manos apuntando con el dedo índice cerca de la nariz de Paul—. Que la veas recostado entre mis brazos.
—¡Acepto! —dijo el pequeño niño para empezar a acomodarse y disfrutar de una buena película animada.
Unos golpes interrumpieron de repente en la puerta de la habitación, con la cabeza, Jim le indicó a Mary que saldría para ver de qué se trataba.
—Vuelvo enseguida.
Cerró la puerta detrás de sí encontrándose con el Doctor Billy Shears al otro extremo de esta.
Jim lo miró fijamente esperando a que comenzara la conversación.
—Señor Jim —comenzó diciendo—. Ha llegado el momento de hablar seriamente sobre la situación de Mary McCartney, ¿Podría seguirme por favor? —pidió aquel hombre de mediana edad.
Palideció un poco mientras se encaminaba a unos pasos atrás del doctor, la mente ya estaba empezando a darle malas jugadas.
El consultorio era un lugar tranquilo, lleno de libros y diplomas en las paredes provenientes de una buena universidad. El doctor Billy le indicó que se sentara en su escritorio principal a la par que sacaba el registro de sus pacientes.
—Señor McCartney, lamento tener que informarle que el cáncer de Mary se ha expandido por la mayor parte de su cuerpo. Los tratamientos y quimioterapias no han dado buenos resultados y según estos últimos registros, podrían indicar los últimos días de su esposa. —dijo seriamente.
Jim se había quedó atónito, trataba de asimilar aquella trágica noticia.
—Pero... ¿Cómo es eso posible?—contestó con una pizca de confusión—. ¡Pensé que aún teníamos tiempo!
—Lo siento mucho Jim, ya no hay nada que podamos hacer por nuestra parte. —dijo seriamente—. Aprovecha sus últimos días a su lado.
Del otro lado del hospital, la película ya había terminado dejando ver a un paul satisfecho y con los ojos medianamente cerrados. Mary, copiando el gesto de su hijo, cerró los ojos también.
—Paul. —mencionó.
—¿Mhmm? —respondió un poco adormilado.
—Te amo mucho, mi niño. —comentó suavemente, casi en un susurro.
Paul rió levemente mientras abrazaba fuerte a su madre.
—Dime una cosa —continuó diciendo Mary—. ¿Recibiste el suficiente amor mi pequeña estrellita?
Estrellita. ¡Es verdad! Le había traído un regalo a su adorada mamá.
Rápidamente dió un gran brinco parándose de la cama sin un rastro del cansancio que lo acompañaba hace unos minutos, dejando a una confundida Mary por el repentino acto.
Agarró la bolsa de regalo que había dejado en el mueble y se la entregó.
"Para: mamá
De: Pol"Al abrirla, Mary se encontró con un peluche de tamaño mediano. Era una estrella blanca con una carita feliz en el centro.
—Ahora ella es tu nueva amiga mami. Ella te acompañará cuando yo no venga a visitarte. —dijo sonriente—. Así ya no estarás solita nunca nunca.
Las lágrimas no tardaron en presentarse en los ojos de Mary, lo abrazó con toda la fuerza que le quedaba mientras acariciaba su fino cabello azabache.
No quería dejarlo. No podía dejarlo.
—Pero no la vayas a querer más que a mi mami, yo soy tu mejor amigo número uno. —dijo inflando un poco los cachetes. Mary rió con dulzura.
—Tú siempre serás mi número uno. —besó su mejilla con suavidad, sonriéndole en el proceso.
Paul volvió a acurrucarse en el pecho de su madre, aquel profundo cansancio que la noche brindaba regresó a presenciarse en él.
—Cuida siempre tu corazón, mi dulce pequeñito. —finalizó Mary en un susurro casi inaudible.
Paul asintió para quedarse dormido unos segundos después.
.°•.○.*
Un miércoles en la madrugada, una llamada se hizo presente en el teléfono de la casa McCartney.
Mary había fallecido exactamente a las 2:16 am. Dónde la luna alcanzaba su punto más espléndido de la noche eterna.
Ahora, ella brillaba a lado de millones de estrellas que la acompañarían por siempre a su lado.
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Let the light in. ★彡 [Mclennon]
Fanfiction"𝘏𝘢 𝘣𝘳𝘰𝘵𝘢𝘥𝘰 𝘥𝘦 𝘮𝘪 𝘢𝘭𝘮𝘢 𝘦𝘭 𝘢𝘮𝘰𝘳, 𝘤𝘰𝘯 𝘪𝘯𝘢𝘨𝘰𝘵𝘢𝘣𝘭𝘦 𝘥𝘦𝘭𝘦𝘪𝘵𝘦 𝘦 𝘪𝘯𝘴𝘰𝘯𝘥𝘢𝘣𝘭𝘦 𝘢𝘮𝘢𝘳𝘨𝘶𝘳𝘢". ☆ ☆ ☆ Una trama bastante cliché, con AU de estudiantes de Hig...