Capítulo 11. ☆

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Narra Paul.

Con la vista en el suelo, iba caminando directo al salón principal del edificio de música, el auditorio.

Me gustaba salir de noche. Las calles siempre estaban vacías y solo se escuchaba la tranquilidad de las casas existiendo alrededor.

Un sentimiento de paz apareció con anticipación imaginando mis dedos encontrándose con las teclas del bello y gigante piano, dónde sabía que encontraría refugio en sus notas.

Noté que mi cabeza empezó a moverse ligeramente de lado a lado imaginando las melodías que esta vez le brindaría a mis oídos. Últimamente los blues americanos se estaba ganando mi corazón.

Gracias B.B. King. Sonreí levemente.

Al llegar, noté que la puerta estaba extrañamente entreabierta y un ligero sonido lograba destacar en aquel inmenso silencio.

¿Qué..?

Abrí la puerta con cautela presenciando un cambio súbito de ambiente en la atmósfera, en el interior de la habitación, en lugar de la paz que esperaba, solamente fui testigo de un completo caos.

Por las sillas del auditorio estaban repartidas grandes cajas de cartón que parecían ser provenientes de cerveza, además de montones de ropa y mochilas esparcidas por todo el lugar.

Estaba asustado, ¿Qué mierda era todo esto?

Un sonido repetitivo lograba salir en medio se ma habitación, donde se encontraba el escenario principal. Me acerqué un poco más y abrí las cortinas, quedando completamente horrorizado con la escena.

Una pareja estaba teniendo relaciones sexuales en la tabla superior de mi estimado piano, la chica se encontraba acostada dejando que se aplastaran cada vez más las cuerdas del instrumento.

Al notar que estaba parado frente a ellos, los dos pararon su acto estrepitosamente y apenados, dirigieron su mirada hacía la mía.

—¡Largo de aquí puto enfermo! —gritó la chica mientras se paraba y trataba de cubrirse con una de las cortinas más cercanas.

—¿Acaso estás buscando una paliza imbécil? —espetó el chico acercándose a mi lentamente, dejando ver su desnudo cuerpo.

¿¡Acaso este tipo tenía una tercera pierna!?

No sabía que hacer, tenía los ojos abiertos como platos y el estómago revuelto, estaba experimentando un sentimiento indescriptible. Mi primera reacción fue echarme a correr lo más rápido que pude hacía el segundo piso.

La música empezaba a sonar aún más fuerte mientras subía las escaleras a un paso sumamente veloz. Cuando llegué, logré distinguir una luz azul y rosa adornando la sala, haciendo que fuera aún más difícil de ver todo con claridad.

También noté que estaba rodeado de aún más personas por doquier. Parecía que estaban borrachos a más no poder, unos bailaban a la par que otros cantaban lo más fuerte que podían y alguna que otra pareja se encontraba besándose en las esquinas de la sala.

Una punzada en mi cabeza se hizo presente.

Mis ojos empezaron a recorrer rápidamente toda la habitación, la mayoría de los instrumentos parecían destruidos, unos tenían bebidas derramadas encima, otros se encontraban tirados u aplastados, y unos cuantos más simplemente ya no tenían solución.

Comenzó a darme un pequeño ataque de pánico. Toqué mi pecho sintiendo mi corazón estrujarse y retrocedí unos cuantos pasos para apoyarme en la pared. Me estaba mareando bastante.

El suelo parecía retumbar debajo de mis pies, me sentía realmente desorientado.

Un gran "¡John, John, John!" Empezó a escucharse con voces lejanas en el tercer piso, en la terraza

Esos malditos... idiotas. Sentí la sangre helada por un momento.

Con toda la fuerza que me quedaba, logré ponerme de nuevo de pie para subir. Había permitido tanto, tantos golpes, insultos, groserías, pero esto... ya había cruzado mi límite.

Era mi lugar más preciado, más especial. No iba a permitir que me lo quitaran. Pensé con seguridad mientras sentía diminutas lágrimas amenazando a mi rostro con salir de mis ojos.

Nunca fui una persona violenta, a pesar de defenderme unas cuantas veces, nunca era mi objetivo dañar a los demás. Pero esta vez era diferente, me encontraba con el ceño fruncido y los puños cerrados, no me importó ir chocando con los montones de gente que pasaban a mi lado, mi mente estaba cegada de completa frustración.

Ya no más.

Cuando me encontré en el tercer piso, localicé a John Lennon con la mirada. Estaba subido en una de las mesas con Stuart, Pete y Ringo a su lado.

—¡QUE SE ESCUCHE UN FUERTE APLAUSO AL NUEVO MIEMBRO Y JUGADOR ESTRELLA DEL EQUIPO DE AMERICANOOOO! —gritó fuertemente Pete alargando la letra O.

La música parecía perderse con los gritos mientras todos alzaban sus vasos al cielo, aquí había incluso aún más gente, hacía demasiado calor y olía a muchísimo alcohol y asqueroso sudor por todas partes. Los reflectores de la terraza cambiaban de color cada segundo, creando una atmósfera aún más caótica.

Me hice paso como pude entre todo el bulto de gente para así poder quedar hasta enfrente.

Cuando mi mirada se cruzó con la del cuarteto, sentí como un fino hilo se rompía en dos en mi cabeza.

Let the light in. ★彡 [Mclennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora