Narra John.
Mimi me había recogido el lunes por la mañana, no había sido necesario pagar una gran suma de dinero puesto que era mi primera vez tras las rejas.
Aunque yo sí había pagado los duros coscorrones que Mimi me brindaba.
—Espero que hayas reflexionado durante todas esas horas, delincuente. —mencionó amenazante antes de cruzar por la puerta.
—"Ispiri qui hiyis riflicxinidi" Sí, cómo sea. —volteé los ojos.
Mimi regresó con brusquedad, quitándose un zapato en el camino.
—Repite lo que dijiste, Winston Lennon. —dijo con el ceño fruncido y la boca torcida, me estaba apuntando con su fino tacón rojo directo al pecho.
—Que te adoro. —le troné un beso en el aire. Mimi me recorrió con su mirada de arriba a abajo y gruñó metiéndose a la casa.
Estaba muriendo por volver a sentir las limpias y grandes sabanas en mi cuerpo, extrañaba la sensación de disfrutar la comodidad de un buen colchón después de un largo día de dormir en el puto suelo. Lo primero que hice al cruzar fue correr directo hacia mi habitación. Al entrar, cerré mis ojos mientras me aproximaba a tirarme a la cama, estaba a punto de encontrar aquella inhundible paz cuando un vago recuerdo pasó por mi mente.
"Tienes 11 meses John."
Mierda. Abrí mis ojos rápidamente.
Ni siquiera había mantenido algún tipo de contacto y ya estaba retractándome de mis acciones. Me senté un momento al borde de la cama, una sensación de fastidio empezó a envolverme la cabeza.
¿Qué se supone que hiciera? No sabía cómo o
cuándo acercarme, no sabía nada de la vida del cabeza de coco más que era un bicho raro.Incluso si lo hiciera, ¿Qué podría decirle? ¿Te humille frente a todos porque me gustas? No.
Incline mi cuerpo sobre mis rodillas, de alguna manera esperaba que acariciarme la cíen me ayude a aliviar el repentino dolor de cabeza.
Tenía que hacerlo rápido. No podía darme el lujo de gastar tanto tiempo en esto.
Me paré directo a la computadora, la prendí y empecé a navegar en modo incógnito, dudé en teclear aquellas repulsivas palabras, pero sabía que era necesario para mi nueva misión.
"¿Cómo enamorar a un marica?"
Mi incomodidad había aumentado gradualmente, mientras que muchos sitios empezaron a aparecer en el menú.
Le piqué al primero que salió, no me veía con la necesidad de rebuscar entre muchas páginas. No puede ser tan complicado.
Después de saltarme toda la introducción llena de banderas de distintos colores, encontré una lista que dejaba varias opciones para el objetivo.
"1: Regálale unas bonitas flores y deliciosos chocolates"
Nope, eso es para las chicas.
"2: Un gran oso de peluche no puede hacer falta para decorar su habitación"
¿Qué, acaso se lo iba a follar?
"3: Adóptale una mascota, entre más tierna sea, mejor"
Ya tiene un murciélago a su lado todo el tiempo.
"4: Cómprale un gran, GRAN dildo"
.
.
.Cerré a ventana con rapidez, no estaba listo para esta porquería.
Sentí la necesidad ver desesperadamente a Cyn, o alguna otra chica, quien fuera, pero que tuviera un par de senos bien grandes. Creo que jamás me había sentido tan degenerado en toda mi puta vida.
A la mierda, esto no iba a funcionar.
Suspiré frustrado, dejé la silla y volví a sentarme en el borde de la cama, mi vista se posó en los azules del cielo que resaltaban atrás de las cortinas de mi ventana. Necesitaba pensar en algo.
Una idea cruzó mi mente en esos momentos. El plan era sencillo, pero era lo mejor que tenía.
Llego a su casa, me invita a pasar, le confieso mis supuestos sentimientos, se enamora perdidamente de mí, espero unos tres o cuatro días y le termino, él muere, FIN. Todos ganan.
Era un puto genio. Después de todo, los maricas se enamoraban demasiado rápido.
Solo tenía que esperar a que saliera de la escuela.
.○•°.*.
Había llegado hace una media hora y nadie había respondido a mi llamado a la puerta. Incluso pude divisar a una señora gritándole frenéticamente a un jodido arbusto.
El lugar parecía perteneciente a la clase media baja, los tapices de las casas estaban desgastados, las calles medianamente sucias y alguno que otro perro callejero estaba rondando la zona.
—Carajo. —azoté el pie en el piso molesto, me había costado un huevo encontrar a alguien que supiera de su dirección para que fuera una total pérdida de tiempo.
Subí al coche resignado con trayectoria a casa, durante un punto del camino, el tono de llamada se hizo presente quitando la música de por medio, miré al celular apreciando un gran Stuart en la pantalla.
"¿Hola? ¿John?"
—Hey, Sutcliffe. —saludé.
"Nos enteramos de lo de Pete, su papá habló con el entrenador, y el entrenador habló con nosotros"
—¿Y cuál es la noticia? —pregunté interesado.
"Bueno, al parecer, la escuela nos iba a meter otra multa por los daños al edificio, pero el papá de Pete se encargó de cubrir todos los gastos, así que estamos libres de eso"
—Bien, un problema menos. —comenté concentrado en el camino.
"Sí... la verdad esto será una mierda sin Pete por aquí" Sonó con desánimo en su voz.
—Oh vamos, nosotros también sabemos divertirnos—sonreí—. Aún tenemos la escuela para nosotros.
"Mhmm. Tienes razón"
—Tranquilo, pronto estarás besándole el culo de nuevo. —bromeé.
Dejó salir una pequeña risa. "Por cierto, también tenemos noticias sobre el equipo"
—¿Qué pasa con eso?
"Ya que Pete estará ausente, te nombraron como capit-" Un sonido de interferencia acompañado de un grito se escuchó interrumpiendo las palabras de Stuart.
"Tú solo ven mañana y ya, John. Nos vemos" Dijo del otro lado de la llamada quien parecía ser Ringo. Después de un insulto a medias dirigido hacia Stuart, la llamada pareció cortarse.
Una sonrisa se dibujó en mis labios, por fin una buena noticia en el día.
¿Con que capitán, eh? Debo admitir que lo esperaba, aunque no tan pronto.
Subí todo el volumen de la radio, una fuerte alegría se había apoderado de mí, permitiéndome disfrutar un largo camino a casa.
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Let the light in. ★彡 [Mclennon]
أدب الهواة"𝘏𝘢 𝘣𝘳𝘰𝘵𝘢𝘥𝘰 𝘥𝘦 𝘮𝘪 𝘢𝘭𝘮𝘢 𝘦𝘭 𝘢𝘮𝘰𝘳, 𝘤𝘰𝘯 𝘪𝘯𝘢𝘨𝘰𝘵𝘢𝘣𝘭𝘦 𝘥𝘦𝘭𝘦𝘪𝘵𝘦 𝘦 𝘪𝘯𝘴𝘰𝘯𝘥𝘢𝘣𝘭𝘦 𝘢𝘮𝘢𝘳𝘨𝘶𝘳𝘢". ☆ ☆ ☆ Una trama bastante cliché, con AU de estudiantes de Hig...