Capitulo I.

193 14 20
                                    

Los primeros años de la vida de un individuo son sumamente caoticos lanzados a la vida sin ninguna clase de anticipación, el pequeño Alex nació en el seno de una familia de clase media, su abuelo había sido un héroe de guerra pero por malas compañías terminó perdiendo gran parte de sus ahorros, su abuela había sido una gran actriz, podía mantener la familia aflote con sus ganancias. Su padre, sin embargo había desaparecido  cuando nació, ni siquiera imágenes difusos se podían hallar en la memoria del aún bebé Alex.

Su madre… La madre que tanto amaba, solo aparecía de tanto en tanto por aquella vieja casa que se había construido con esfuerzo, era una investigadora de prestigio que solía mandar dinero, más por obligación que otra cosa. El día cuando fue dejado en casa de sus abuelos quedó grabado en fuego en su memoria, la modifico al compás de su vida para convencerse de que su madre todavía lo amaba. Pero aún así él tenía todavía vivido aquella tarde.

Su madre que vestía una bata se movía de lado a lado por la casa de sus padres, los cuales la seguían al mismo paso agitado, cuestionando cosas que, aún en su edad le costaba descifrar.

—¡P-pero es un bebé todavía! ¡N-no puedes irte así, el ya cumplirá los 4 años y necesitará a su madre! — decía la matriarca de la familia, quien tenía una voz casi quebrada por la actitud frívola de su hija.

—Estara bien con ustedes… yo no tengo razones para llevarlo, aunque quisiera, ¿Que podría hacer él en las tierras salvajes? — volvió a cuestionar con contundencia la fémina más joven quien ni le dirigía la mirada a su crió, mientras él se limitaba a jugar con sus dedos —. Miralo, es un… ¡Ni siquiera habla, tiene cuatro años y no ha pronunciado una palabra! —Grito con más rabia al ver cómo su primogénito permanecía inmóvil.

—¡No digas esas cosas, es tu propio hijo! —El hombre, el viejo Arthur se puso firme, pese a ser un anciano, su espíritu aún era aguerrido como el de una fiera.

—Ojala no lo fuera— la mujer más joven se mostró asustada pero a la vez molesta, con aquellas palabras, tomo su maleta y salió por la puerta. Fue la última vez que el pequeño pudo ver a su madre.

. . .

La época de primaria para Alex no fue la mejor, la mayoría de sus compañeros lo trataban de raro por su tono de piel, que para una zona habitada por gente mayormente de piel crema, era muy rara, o se burlaban de su extraña cicatriz de nacimiento, una que se hallaba en el lado inferior de su ojo izquierdo de un peculiar tono negro que destacaba mucho, y ni hablar de sus enormes anteojos. Tampoco es que fuera muy habilidoso social o deportivamente, era malo en el fútbol y solía ponerse rojo y empezar a tartamudear cuando intentaba hablar.
Cómo última opcion, el infante se refugio en los libros de su abuelo, incontables pilas de libros que habían quedado almacenando polvo en la vieja biblioteca, para él era el cielo, gozar de aquellos mundos fantásticos que narraban los libros era un regocijo para su pequeña mente. Pero lo que siempre lograba cautivarlo eran los libros de biología… Muchas veces trataba de decir en voz alta los nombres de aquellas especies exóticas con las que deseaba poder observar en carne propia, tal vez así aprendería a no tartamudear tanto.

—Psy-...Psy-...C…h…r

—Psychrolutes marcidus — Una voz gentil pero envejecida sonó por detrás, sacando de sus pensamientos al infante que vio a su abuelo sonriendo.

—G-Gracias abuelo — Las mejillas del pequeño se tornaron rojizas del bochorno mientras acomodaba sus anteojos y esbozaba una de sus sonrisas esperanzadas.

—Veo que te gustaron mis libros de biología, realmente a mí no me interesaba, pero decidí coleccionarlos para no tener la biblioteca vacía — admitió con cierto tono pícaro el hombre, que observo los estantes, sacando un libro verde lleno de polvo —. Este es más "nuevo", tiene elementos de la fauna de los continentes desconocidos — aclaro el hombre, quién se sentó al lado de su nieto, acariciando suavemente la cabeza del pequeño.

Aureal TroopersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora