Capitulo III

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Los primeros recuerdos de Morry no eran necesariamente felices, solo sentimientos de tristeza, su madre abrazándolo con fuerza, sus hermanos en trajes negros y una tumba frente a él. Un nombre adornaba en letras mayúsculas "AQUÍ YACE GEORGE MORRY, AMADO PADRE Y ESPOSO".

Tal vez fue notar como sus compañeros eran recogidos por hombres mas grandes (algo que no sabía porque, pues eran sus hermanos los que llegaban a recogerlo después de jornadas en el kínder), o simplemente los ejercicios de la maestra, pero se dio cuenta de que algo le faltaba...

-¿Madre? –Pregunto el pequeño acento plano, remarcando las vocales.

-¿Si, hijo? – Respondió una fémina sentada en el sofá, con su vista centrada en unos papeles, su ropa era fina, del mas alto valor, su cabello era blanco, probablemente teñido...O tal vez era otra cosa. Su cuerpo era exuberante, bastante lascivo a decir verdad, era sorprendente que ya tuviera 50 o más años.

-¿Por qué yo no tengo papá?

Esas palabras fueron lo suficientes como para hacer que la mujer dejara su lectura mirando fijamente a su hijo. Los ojos de la madre se llenaron de lágrimas, antes de volver a abrazar a su pequeño tal como lo había hecho años antes.

. . .

Mientras ambos caminaban tomados de las manos, el pequeño Joey pudo reconocer la tumba de nuevo, le tomo un par de segundos reaccionar, que fue cuando se acerco, dejando a su madre atrás.

-¡Papa! ¡Prometo algún día ser un gran piloto de guerra como tu! – Exclamo el pequeño de piel morena mientras le sonreía, era una inocencia pura, si tan solo pudiera saber el verdadero peso de la muerte, habría llorado junto a su madre.

Pero el tiempo avanzo y con ello Morry creció, tal vez no tenia una figura paterna, pero contaba con alguien quien podría considerar su padre; su hermano mas mayor, George segundo. El era un hombre ya mayor, en sus casi 22 años gozaba de una gran salud, un físico envidiable, una caballera negra digna de un león y un vigoroso deseo de saber, su actitud ayudaba a enaltecer su reputación, siempre iba con una sonrisa que inspiraba una confianza enorme un ímpetu de acero que inspiraba la gente de su alrededor.
Morry y sus otros hermanos lo admiraban, y el los quería mucho. Una de sus actividades favoritas sin duda era juntarse a leer libros y hablar de ellos después, Toki, el siguiente después de George quien llevaba anteojos siempre y poseía un pelo lacio leía libros de medicina siempre atento a la salud de sus hermanos, Ikuro era el siguiente, más alto y fornido que Toki, adoraba las fabulas, probablemente si alguien lo viera creerían que se trata de un abuson pero se toparían con un oso de felpa. Trish era la mayor a Joey, una chica de vestimenta recatada, amante de la moda y de los escándalos, sorpresivamente ella amaba la idea de hacerse detective, su principal inspiración era el reconocido escritor Arthur Konan Doyltar tercero, famoso por un personaje llamado Murphy Law. Y por ultimo estaba el propio Joey, quien casi siempre se distraía viendo las mariposas de afuera por la ventana o simplemente se olvidaba de que leía...

-¡Vamos Joey, no puedes seguir haciendo eso! – Grito enfurecida Trish mientras golpeaba el hombro de su hermano pequeño, quien ya había alcanzado los 12 años de edad, aun en una sociedad tan avanzada como eran los Nohrianos, en una época turbulenta para su nación como lo era el 204 D.d.C hasta los mas jóvenes tenían que estar atentos.
Tan solo a dos años de la muerte de la Reina Retalia la nación aun se hallaba en plena revolución social, el 210 estaba a la vuelta de la esquina y las tecnologías no paraban de avanzar. Disturbios, conflicto social por el heredero de la corona y mas problemáticas se aproximaban al país, pero aun asi, Joey solo se preocupaba de ver las mariposas. Era algo lamentable que los chicos tuvieran que preocuparse por el futuro de su país, eso era un deber de los adultos o de personas mas grandes (O al menos eso era lo que decía George con sus amigos mientras Joey comía).

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