En tiempos remotos un profeta advierte un caos eminente. Mónica descubre un secreto que su familia y el gobierno ocultan ¿Será capaz de descifrar la profecía?
Su deber es salvar al mundo contra ángeles y demonios, para ello debe reunir a otros chico...
Las paredes del orgullo son altas y anchas. No se puede ver al otro lado.
Bob Dylan.
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Hairesis como estaba asociado a la televisora estatal, pidió ayuda a los medios de comunicación. Duncan le explicó lo que debía decir, ya que él estudió el estado psicológico de los Nefilim, prosiguió con su labia y su manipulación psicológica, fueron los elementos para reunir feligreses, principalmente a Mónica y Frederick.
El nuevo magnate de Cancún se puso un traje elegante y dio su sermón. La televisora TC transmitía el comunicado que se haría en el Palacio de Conferencias, una invitación para que; tanto creyentes como libres pensadores se unieran a escuchar su conferencia. Las cámaras apuntaban a su figura exaltada —queridos ciudadanos, os hago una cordial invitación para que asistáis a mi magno evento, donde explicaré el origen de nuestra realidad: sobre el conflicto criminal que azota San Buenaventura, el drástico cambio climático, las próximos elecciones para ver si una mujer ocupe el puesto de gobernador; pero sobre todo, quiero hablad sobre el eminente peligro que amenaza nuestra ciudad, los Nefilim, los hijos de los Vigilantes—. Las televisiones y radios de Cancún interrumpían la señal para dar el mensaje blasfemo de Hairesis.
La familia Urcino Bahena estaba de compras, con el salario de Fernanda, lo suficiente para una buena despensa, Diego y su madre estaban formados en la fila, Fernanda y Mónica fueron a una tienda de ropa cara. Fernanda tomó el vestido más caro de todos, una vestimenta de tela finísima, cuando las noticias tomaron su atención.
—Más asesinatos de mujeres en San Buenaventura, no es justo que no haya leyes ahí contra el feminicidio. Mira, han hablado sobre los Nefilim, es el caso que estamos buscando.
—Olvida eso, Mónica. Pago el vestido y volvamos a casa.
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El vestido era adiamantado, en forma acampanado.
—¡Wow! Qué hermoso vestuario.
—Lo conservaré muy bien, pienso usarlo cuando llegué mi baile de graduación, ya me inscribí en la Universidad, y me aceptaron.
