6. Llover sobre mojado

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Bohemian Rhapsody - Queen


15 de octubre, 2010

15 de octubre, 2010

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Kosuke

Tener depresión no significa que no haya instantes felices. De hecho, en mis peores días también he sido capaz de reírme tan fuerte que no puedo respirar, casi como un colapso disociativo en el que me olvido de quién soy. 

Reír es físico, es la respuesta de tu cuerpo ante la felicidad, sí. Pero concordemos en que no necesito que me aprieten demasiado para sentir algo. Soy tan sensible al tacto como una burbuja, suelo reírme con la misma facilidad que con la que lloro. Así vine programado.

No obstante, si tengo que pensar en buenos momentos, esos que me desconcentraron de cualquier mierda que estuviera pensando, sin duda que la mayoría de esos recuerdos son con la banda. Con mi familia también, pero los Dark Wolves siempre han sido un espacio en el que me valgo por mí mismo y, de alguna manera, me siento particularmente orgulloso de haber logrado profesionalizar mi gran pasión por la música, junto a mis mejores amigos.

Como es lógico, luego del incidente en el casillero del colegio en el 2007, mis padres decidieron cambiarme a otro, en el que tuviera la oportunidad de comenzar de nuevo. Mucho del daño ya estaba hecho, pero sería una pelotudez negar que conocer a Joseph Poiteirs mejoró considerablemente mi existencia.

—Uchiha, ¿verdad? —me preguntó, cuando tuve que sentarme a su lado en mi primera clase de Historia. Asentí enseguida—. ¿Cómo Sasuke e Itachi Uchiha?

Mi respuesta instintiva habría sido sentirme atacado, pero la verdad es que el comentario salido de su boca, un rubio desgarbado con aspecto de no matar ni una mosca, no se sintió como una ofensa, sino como un halago. Lo que de verdad creía de mi famoso apellido, porque, joder, Naruto es arte.

—Mi lado de la familia no está tan loca ni disfuncional, pero sí.

Hacerme amigo de Seph fue demasiado fácil, pero no por nuestras personalidades, ya que, si yo soy diestro, él es zurdo; si yo no puedo controlar mis arrebatos, él no soporta salirse del plan. Y así una larga lista de etcéteras que ameritan un capítulo aparte. Lo que nos unió siempre con tanta naturalidad y nos hizo ser mejores amigos, fue la capacidad que tenemos de ser unos raros de mierda.

Y eso fue rápidamente descubierto por Hans Vrsalovic, que ocultaba muy bien (bajo su actitud de estar listo para unirse a una maldita fraternidad en la universidad) el ser un rarito de proporciones de respeto. Él, un rubio platinado de ojos grises, salido de un catálogo de Teen Vogue, nos adoptó como sus sidekicks. Si Joseph y yo logramos sobrevivir, sin que los episodios de mi anterior escuela se repitieran, fue porque Hans era lo suficientemente popular por los tres. Éramos un trío que no pegaba ni con el mejor de los pegamentos, pero jamás nos perdimos una Comic Con, mucho menos alguna fiesta o baile en el instituto con acceso ilegal a alcohol. Gracias a Vrsalovic, ser nerd no fue un problema. ¿Eso iba acompañado de su personalidad de Deadpool? Claro que sí. Sin embargo, por más que quieras estresarte al respecto, el imbécil es adorable.

Last night on Earth (Libro #0.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora