14. Lo mejor de mí

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Dig - Incubus


25 de diciembre, 2010

25 de diciembre, 2010

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Kosuke

Las luces del árbol de navidad titilan y, de alguna forma, logro no colgarme del techo con ellas.

No puedo ignorar el hecho de que han pasado tantas cosas, que casi siento cómo a través de la tranquilidad que he conseguido mantener, repta una especie de amenaza sobre mi piel, de que todo puede empeorar otra vez. Sé que estoy a un paso de la cornisa, pero elijo concentrarme en el hecho de que estoy en casa, es pasada la medianoche y estoy tomando un chocolate caliente preparado por Kaoru, luego de una hermosa cena de navidad en la que mi familia renovó la tradición de vestir suéteres navideños estrafalarios.

Esta es una de nuestras festividades favoritas, la excusa para cocinar todos juntos. Ver a nuestros padres, ambos chefs dueños de su propio restaurant, Jigoku (1), preparar comida fusión es un espectáculo hermoso. Tener esta celebración en la que no somos ni tan norteamericanos, ni tan japoneses, mezclando ambas culturas en lo que siempre ha sido risas, teriyaki y bastones de regaliz, es algo que no pensé que podría agradecer no perderme. Porque cuando estaba en la ambulancia, meses atrás, el resentimiento a la vida nubló todo.

Ahora, sin embargo, estar aquí se siente tan bien, que tengo miedo de olvidarlo.

Trato de digerir todos los olores, las tonalidades, ruidos a mi alrededor y, sobre todo, la esencia de la persona que me acompaña mientras termino mi taza y saco un cigarrillo, en el patio delantero de la casa. Su cabello liso y siempre despeinado, sus calcetines de un par que no corresponde, sus pestañas que chocan contra los anteojos cuando se los acomoda sobre la nariz. Mi hermana en toda su plenitud es el color de mi vida y no solo en un sentido retórico, sino que, en lo concreto, ella es toda multicolor.

Y es así como quiero tenerla en mi mente, siempre. No con el rostro desfigurado por la pena.

Ni siquiera puedo pensar en ello, porque si llego a rozar mi nariz en esas aguas, entraré en un espiral que teñirá este momento de intimidad entre los dos.

—Así que ya tienen nueva vocalista —digo, exhalando el humo y tratando de parecer casual.

—Sí. Elegimos a Darla —responde Kao, totalmente ajena al escalofrío que me recorre ante la mención de ese nombre—. O rogamos porque ella nos elija, esa es la verdad.

—¿Les dio una respuesta definitiva?

—Por supuesto. Fue amor a primera vista.

Pues sí.

—Genial —murmuro, aunque eso signifique que mi mundo entero quede desestabilizado... No pienso en ello. (Y voy a posponerlo lo que sea necesario).

Todo lo que ocupa mi mente en este momento es que ya se cumplen cuatro meses exactos de que Kaoru se aferró a mi vida en aquella ambulancia. Tres meses de que me perdí su fiesta de cumpleaños y tuve una crisis en su presencia en el psiquiátrico. De que no hablamos. Que no sé qué pasa con su vida realmente, ya que aún estamos pisando terreno frágil. Por eso, siento la urgencia de hablar y hacer de esta fecha algo especial.

Last night on Earth (Libro #0.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora