Las luces de las velas ondean con el paso del viento. Las habitaciones están muy oscuras y solo se oye el crujir de la madera bajo el peso de los hombres que caminan con cautela por las abandonadas salas de la vieja mansión. Es de noche y hace frío fuera, pero dentro el frío se mete en los huesos y las sombras son más oscuras. Un hombre cano y con una espesa barba avanza a la luz de una vela que sostiene en alto con la mano, por una habitación abandonada. Avanza con cuidado, y acerca la vela a los objetos colocados en la cómoda; Una foto de una mujer muy bella, un broche, un colgante polvoriento... . De pronto una voz lo saca de sus pensamientos:
-... Profesor, debería ver esto -.
El profesor sale de la habitación y encuentra a un hombre en el pasillo. El hombre apunta con la vela a la puerta de la habitación contigua. Estaban en el segundo piso y por las escaleras ascendían más voces:
-Profesor, la primera planta está vacía, ¿está usted seguro de que está aquí? -.
El hombre de la barba acerca una vela a la puerta y la luz anaranjada ilumina unas marcas. Un brillo pasa por los ancianos ojos del profesor Richard:
-Ayúdame a abrir esta puerta -.
El hombre que se encontraba con el profesor Richard le entregó su vela a este e intentó abrir la puerta. Al ver que estaba bloqueada, arremetió con el hombro y una columna de polvo descendió del techo. Arremetió una segunda vez, y se escuchó un crujir de madera acompañado con mas polvo. Dos hombres mas subieron:
-¿Qué están haciendo? -.
A la tercera embestida la puerta cedió y cayó al suelo en mitad de un estrepitoso crujir y una nube de polvo. El profesor tosió y entró en la habitación con la vela en alto. El polvo en suspensión dificultaba ver lo que tenían delante. Entonces el polvo se asentó y las luces de las velas pudieron iluminar una estantería llena de libros, una mesa de escritor y una silla. El profesor Richard se acercó a la mesa e iluminó con la vela. La tinta del plumero hacía años que se había secado, el papel era quebradizo, y un trapo tapaba un bulto. El profesor retiró el trapo y sus ojos se iluminaron:
-Lo hemos encontrado -.
Su voz denotaba emoción. Los demás se acercaron para ver de que se trataba. Las luces de las velas iluminaron un libro. La tapa era muy vieja y de cuero, y las letras bien podía ser de oro, pero algunas estaban borradas. A pesar de eso se podía leer:
"El mito del Caminante".
El profesor cogió el libro con cuidado:
-Esto es lo que he estado buscando durante cuarenta años de mi vida chicos -.
Uno de los hombres se acercó más al libro:
-Parece un simple libro muy antiguo -.
El profesor tenía la mirada llena de vida. Acarició la pasta vieja y abrió la primera página:
-No es un libro cualquiera. Es el libro que contiene la primera historia jamás contada -.
El profesor Richard pasó un dedo por la página y leyó el primer párrafo de la primera página:
-"Durante las frías noches de invierno, las hogueras estaban rebosantes de cuentacuentos..."
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El mito del Caminante
RandomTodos hemos contado historias alrededor de la hoguera. Esas historias llenaban las noches frías y daban una excusa a los más jóvenes para quedarse hasta tarde. Todos hemos disfrutado con las típicas historias y cuentos; El hombre del saco, el lobo...