Lo extraño, y su ausencia duele.

3 0 0
                                    

  Otra arcada más, no sale nada, el dolor de estómago es terrible y luego otra más y en esta, de nuevo, sale solo líquido, ¿Qué más puede salir? Si no he comido absolutamente nada es estos dos días, y antes de eso solo una comida al día.

  Mi mamá me soba la espalda y me sostiene el cabello, ya sabe que cada que esto pasa es porque no he comido.

-Kiara, debes comer. -no es un regaño, es paciente y amable. Sabe como lidiar conmigo, tuvo que aprende a hacerlo. -me preocupas hija, te vas a enfermar.

  Asiento.

  Jodida mierda.

  Solo quiero morirme.

  Pero no la contradigo, acepto lo que me dice porque no me gusta preocuparla pese a que sé que ya lo está, pese a seguir de esta manera.

  Las arcadas terminan, mi estómago no expulsa más porque ya no hay nada más que expulsar. Y siento la gran necesidad de recostarme en algo frío, lo cual hago. El ardor estomacal es bastante fuerte. Una vez me dejo caer en el piso cierro los ojos, es refrescante y me hace sentir un poco mejor. Mi madre se lleva el balde donde estuve vomitando y de seguro a prepararme algo ligero para comer.

  Aún con la pesadez de mi cuerpo y párpados, doy la vuelto y abro los ojos, veo a mi hermano en el pasillo, saliendo de su habitación, cuando me ve frunce en ceño un poco, cae en cuánta de lo sucedido al ver por  la puerta de la sala abierta que apenas está amaneciendo, y la luces de ésta y la cocina están encendidas. Mi persona en el piso cerca de la puerta abierta. Vuelvo a cerrar los ojos y me acomodo un poco mejor estando de lado. Pero siento como mi hermano agarra mi cabeza y lo acomoda en su regazo, buscando comodidad siento como suavemente pasa sus manos por mi cabello.

  No dice nada.

  Y me dan ganas de llorar, porque solo tiene 12 años recién cumplidos. 5 años menor que yo, y ya está cuidando de mi como si fuera mayor, no quiero que le toque madurar como yo me vi obligada a hacerlo, el otro mes cumplo los 17 y en lugar de cuidarlo y protegerlo él lo está haciendo conmigo.

  Sería mejor si no estuviera.

  No tendría que lidiar con alguien como yo.

  No tendrían que cuidar de lo que dicen delante de mí.

  Se enfocarían más en ellos mismo.

  Lloro en silencio por lo débil que soy, me hago la fuerte pero no soy fuerte una mierda.

  Estoy destruida por dentro, no tengo a quién me sostenía porque yo misma lo alejé y luego lo perdí. Mis únicos respiros son cuando voy a ver a Zayne y lee, pero él también tiene una vida, el también tiene altibajos y a veces no está de ánimos. Un golpe de realidad al haberme ilusionado con la idea de que siempre sería mi escape total. La última vez, aunque me relajé, me di cuenta que busco algo de lo que depender.

  No es bueno depender. Quedar a la deriva cuando ya no está es la peor de las sensaciones. Y aún así dependo de lo mínimo que me haga olvidar de esta presión constante.

  Yo quiero volver con mi sol, quiero a mi complemento conmigo, mi otra mitad. Lo extraño, y su ausencia duele, siempre dolerá.

***

  He estado comiendo, comida ligera pero comiendo al fin, no quiero hacerlo, no siento sabor, pero lo hago.

  He estado encerrada en mi habitación, solo durmiendo, agarrando fuerza para el martes, mi mamá cada tanto se asoma al igual que mi hermano, escuché decir a no sé quién que teme dejarme sola porque cree que me haré daño.

  Quiero agarrar fuerzas para mantenerme y dejarla de preocupar tanto, no quiero ser motivo de sus lágrimas cuando ha estado cuidando bien de mí. Incluso dejándome sola, con todo el desánimo que tengo, soy agradecida con ella y no le haría eso.

  Quiero morir, pero, pensando de manera ilógica, quiero hacerlo donde yo misma no sea la causante, tipo dormir y no despertar más. Que bueno sería.

  Sigo con vida gracias a ella, ella y Axel son el motivo por el cual sigo soportando.

  Siento un beso en la coronilla, al abrir los ojos veo a mi mamá.

-Te traje fresas, son tus favoritas. Come un poco.

  La observo, y veo sus intentos de animarme.

  Sonrío.

-Gracias, mami. -en los últimos años me ha costado cada vez más expresarme, por lo que susurro. -Te amo.

  Sus ojos se llenan de lágrimas.

-Yo también te amo mi niña hermosa y preciosa.

  Besa mi frente y señala a la mesa de noche, donde hay fresas ya lavadas y picadas en pedazos no tan pequeños con un tenedor encima.

-Come, están dulces. Y en la nevera hay yogurt, para más tarde o mañana que quieras tomar.

  El brillo es sus ojos me indica que está complacida.

 Con una pequeña sonrisa para ella comienzo a comerme las fresas.

Belleza en la oscuridad. EDITADA .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora