Capítulo V:
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CRÓNICAS DE UN SUICIDIO ANUNCIADO
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Hermanas.
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Sentiste el frío de la nieve bajo tus pies desnudos, el viento sopló con fuerza contra tu rostro, tirando tus cortos cabellos hacía atrás y pegando la ropa contra tu desgastado cuerpo. No quisiste ver hacia abajo. Estabas parada sobre el barandal de metal de aquel viejo puente. Eran cerca de la media noche.
―Iremos a un pub este sábado, Sakura. Se llama Akatsuki―
La voz de tu hermana caló hondo en tus oídos y sabías que por más que te taparas los oídos la seguirías escuchando.
Estiraste los brazos a cada lado de tu cuerpo, como si quisieras huir y volar lejos y cerraste los ojos evitando ver el vacío que había debajo.
―Nos divertiremos tanto―
Sonreíste con ironía al escuchar nuevamente la voz de Karin y una lágrima resbaló por tu pálida mejilla.
―Te quiero, hermanita―
―Yo también te quiero Karin― Susurraste abriendo los ojos.
Observaste hacía adelante, fijando tu vista en el cielo oscuro y diste un paso al frente, en un vano intento de caminar. El suelo se había acabado.
―Sakura―
Lo siguiente que sentiste fueron los brazos de Itachi tomarte con fuerza.
―¿Estás loca? ― Te reto y te apretó con fuerza contra su pecho.
Itachi te salvo la primera vez que quisiste suicidarte.
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―¡Sakura!―
Abriste los ojos de golpe encontrándote con el rostro soberbio de tu hermana.
―Karin― Murmuraste sentándote en la cama.
Ella se levanto de tu cama, donde había estado sentada minutos antes y camino al tocador que había en su parte de la habitación.
―Estabas gritando― Comentó sentándose frente al tocador ―¿Qué te pasa? Desde que llegaste tienes pesadillas― Dijo observándote a través del espejo, ya que te daba la espalda ―No me dejas dormir― Murmuro fingiendo enojo mientras cepillaba su rojizo cabello.
Tú la conocías demasiado bien como para saber cuándo fingía y cuando no.
―Yo― Susurraste.
Ella se volteó para poder observarte y no sabías si lo habías imaginado o de verdad lo que viste en sus ojos fue preocupación.
―Debe ser el cambio de ambiente― Contestaste volviéndote a recostar en la cama.
Y no sabías porque la culpa por haber besado a Sasuke la noche anterior, en aquel viejo parque te invadió.
Ella te traicionó.
Él te traicionó.
¿Por qué no podías tu pagarles con la misma moneda?
Fácil. Tú no eras así.
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Crónicas de un suicidio anunciado.
RomantizmEsta es la historia de mi muerte. De todos los pequeños detalles que me llevaron a suicidarme ese día.