Capítulo IV:
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CRÓNICAS DE UN SUICIDIO ANUNCIADO
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Heridas.
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―¡No, Sasuke!― Gritaste mientras le pegabas un manotazo a sus brazos evitando que te tocara.
Era lunes por la mañana y se encontraban peleando en pleno corredor escolar. El Uchiha te había pedido explicaciones de lo que paso el viernes, tu apenas si podías verlo a la cara. El cuerpo te dolía a tan solo dos días de lo que había pasado pero más te dolía el alma.
―Está bien― Murmuró levantando las manos y alejándose de ti unos pasos ―No te toco― Dijo evitando que siguieras armando escándalo ―Pero habla conmigo―
―No tengo nada que hablar contigo― Aseguraste conteniendo todo el odio que sentías por él ―No quiero saber más de ti―
―Al menos dime porque― Exigió y frunció el ceño furioso ―Dime porque me dejas―
Y te diste cuenta que lo que más le dolía, no era perderte, sino que fueras tu quien lo dejará.
Llevaban un año de novios lo recuerdas perfectamente porque en dos meses iban a cumplir los dos años y no tenias idea cuanto tiempo llevaba él acostándose con tu hermana.
―Porque me das asco― Comentaste apretando los puños y disfrutaste ver su rostro desfigurarse por la impotencia que sentía ―No soporto que me mires, que me toques, no soporto siquiera tenerte cerca― Comentaste con rabia y odio acercándote a él despacio.
―¿Qué dijiste?― Siseo apretando los dientes.
―Ya no quiero verte más― Diste media vuelta y te marchaste lo más digna que podías, alejándote de él y saliendo del instituto.
Te dolía todo el cuerpo, el alma y Sasuke ni siquiera fue capaz de preguntarte como te fuiste a tu casa el viernes por la noche, no te llamo en todo el fin de semana y ni siquiera fue capaz de preguntarte porque tenías ese golpe en la mejilla mal cubierto con maquillaje.
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―Haruno― Un escalofrió recorrió tu cuerpo al oír su voz en tu oído.
Diste media vuelta asustada y tus ojos se clavaron en su perfecto rostro. Estaba mas lindo incluso que hace cinco años atrás.
―Sasuke― Murmuraste ―¿Qué es lo que quieres?― Comentaste en tono de fastidio mientras girabas para continuar tu camino a la parada de autobuses.
―Sigues tan antipática como hace cinco años― Comentó alcanzándote.
Rodaste los ojos y bufaste mientras escuchabas sus pasos detrás de ti. Si bien, ya habían pasado cinco años, aún dolía y dolía demasiado, tanto que con solo verlo algo muy dentro de ti se removía y la herida de tu corazón se abría aún más de lo que estaba.
No es cierto que el tiempo cura.
No es cierto que con el tiempo se olvida.
No es cierto que el dolor desaparece.
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Crónicas de un suicidio anunciado.
RomanceEsta es la historia de mi muerte. De todos los pequeños detalles que me llevaron a suicidarme ese día.