Capítulo 11

30 4 3
                                    

⋆ ˚。⋆୨♡୧⋆ ˚。⋆

24 de septiembre de 2024
Londres, Inglaterra

Melody

—¿Por qué estás tan callada? —Max me saca de mis pensamientos, volteo a verlo y el me mira con una ceja alzada mientras juega con la pajilla de su vaso.

Suspiro y acaricio el lomo de Zira que está sentada en mi regazo mientras yo estoy acostada en el sofá del apartamento mirando al techo.

—Mis padres quieren hablar conmigo —susurro y antes de que Max hable yo vuelvo a hablar—:, por video llamada.

—¿Y que tiene de malo eso? —Max, que estaba en la cocina, se acerca a mi, aún confundido.

—Max no conoces a mis padres, ellos...no miden sus palabras. Literalmente son las nueve de la noche y mis padres me mandaron un mensaje diciendo 9:30, videollamada —hablo aún acariciando el lomo de Zira.

Si, así de cortantes son mis padres, usualmente ellos me llaman cada vez por mes solo para criticar el como me va, queda claro que ellos tampoco saben que dependo de una cafetería hogareña para pagar la renta del departamento.

Max y yo nos quedamos en un largo silencio, yo pensando en todo. Y el tomando de su café en su termo favorito.

Derrepente en el silencio del apartamento es interrumpido por el sorbido de Max por terminarse hasta la última gota de su café.

—Eres un puerco —le lanzo un cojín riéndome y me enseña el dedo de enmedio sorbiendo más fuerte de su termo.

[...]

Mi celular se ilumina mostrando una llamada, doy un salto sobresaltado a Zira y agarro mi celular que estaba en la mesa de centro y lo lanzo hasta el otro lado del sofá. Zira me mira con rencor y se va a la cocina.

—Mierda, mierda —con manos temblorosas agarro de nuevo mi celular y respondo a la llamada, en la cámara se muestra a mis padres uno sentado al lado del otro con semblante serio.

—Hola —acerco mi cabeza para que solo aparezca mi cabello.

—¿Melody, que dijimos de mostrarte de cuerpo completo? —ruedo los ojos sin que ellos me vean, recargo mi celular en la mesita de en medio y le hago seña a max para que se mantenga callado. Yo me alejo del celular y nuestro mi cuerpo completo.

—¿O por dios que dijimos de comer de más? Así tú esposo no te querrá Melody Janette García —max reprime una carcajada al escuchar mi nombre completo.

—Ma, estoy bien como estoy —toco mi abdomen plano—, y yo nunca pedí un esposo.

—Oh querida, tarde o temprano llegarás a esta casa —mi padre habla—, te casarás con el hombre que elegimos y punto. De hecho ya tenemos a uno en mente.

—Ay el es todo lo que alguien querría —mi madre habla con una sonrisa—, se llama Dylan y ya está decidido, ustedes se casarán en cuanto vengas a esta casa.

Aprieto mis manos y tenso la mandíbula, siempre las llamadas terminan así.

—No volveré a esa casa, ustedes mismos me dijeron que no volviera a pisar esa casa —trato de que no se vean mis ojos cristalizados. En este momento siento rabia, no poder elegir mi futuro y no poder decir nada porque eran mis padres me creaba una gran impotencia.

—Sabes muy en el fondo Melody, que siempre vuelves a nosotros, siempre —y como si se tratara de una película de terror, mis padres cuelgan la llamada dejándome con la palabra en la boca.

SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora