Juntos

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Esteban y María discuten mucho últimamente. El motivo es Sofía, a veces, y su interacción constante. ¿Por qué le importa tanto a María que la muchacha sepa algo de ella? ¿Por qué le importa a Esteban?

- ¿No sabés que eso le puede estar llegando a ese chico que te quería recuperar? – pregunta Esteban preocupado.

- ¿Cómo podrían estar relacionados? Son personas que no tienen ningún tipo de vínculo. Solo me halaga que alguien quiera saber de mí y me haga preguntas que ni vos me hacés. Tranquilo. No estoy haciendo nada malo.

- Bueno, pero te tenés que cuidar. Algo me dice que están relacionados. No sé, no te puedo explicar, pero lo sospecho.

- ¿Por qué?

- ¿Tanto necesitás recibir atención? ¿No tenés en tu vida personas que te conocen de verdad y te quieren tal como sos? ¿Acaso nuestra atención no es suficiente para vos?

- Quiero compartir esta parte de mi mundo interno que a nadie de los que amo parece interesarle. Eso no tiene nada de malo. Son cosas personales, pero tampoco son cosas íntimas. Ni siquiera te estoy exponiendo a vos.

- ¿Y qué va a pasar cuando a esa chica se le acabe el interés por tus... creaciones? ¿Te vas a poner mal? ¿Te vas a perseguir?

Touché. De pronto, a María se le ocurre que tal vez invade a su ilustradora con cosas que ni le pregunta específicamente a ella. Sofía publica cosas en general y es María la primera siempre en responder a las propuestas creativas. De pronto, la escritora se pregunta si Sofi no le responde realmente por compromiso ya a esta altura. Mira la serie de chats que le manda y sus conversaciones casi a diario. La mitad de las veces, es María quien escribe primero y, cuando no, la que más habla. Esto puede llegar a cansar a Sofi, si no lo está haciendo ya.

Por este motivo, decide tomar un poco de distancia. Distancia que es recíproca. ¡Oh, no! ¡Tenía razón! Si no le escribe primero, la chica no habla. Tampoco deja de compartir cosas por las redes, aunque lo hace cada vez menos. La relación entre ambas merma y María comienza a sentirse muy mal.

Esteban, que entiende que su prometida tiene un mundo al que él no puede acceder porque le resulta un tanto perturbador, siente a veces que la puede perder tras alguien que demuestra interés en esas cosas. Intenta no pensar demasiado en ello y valora que ella sea una persona madura, lo suficiente como para valorar lo que él hace por ella y la relación. Ve que, además, ella hace todo lo que puede porque su noviazgo llegue a buen puerto. Aunque, ¿de qué es capaz ella por aceptación y atención a aquellas cosas de las que tanto quiere hablar y no encuentra con quién?

Pesa en su interior la fuerte sensación de que Sofía actúa como espía de Salvador. Parece una fantasía alocada, típica de un libro de ficción de los que lee María, pero solo una cosa puede comprobar su hipótesis.

Mientras la escritora mira el techo pensando en que lo que tenía de lindo con Sofía se terminó, suena una notificación en su celular. Es de noche. Ella está recostada en su cama y, a su lado, se encuentra el vestido de novia que su madre le dio para ponerse dentro de un par de meses, cuando finalmente se case. El vestido es precioso y le queda bien. Solo debe hacerle unos ajustes y todavía no ha encontrado a una modista que le diga que los puede hacer sin arruinarlo. Todavía está a tiempo de hacerse confeccionar uno propio, pero debe apresurarse. Está segura de lo que hace. Por lo menos, de su compromiso con Esteban. Piensa que, aunque el hombre no es un jovencito, los años lo han mejorado como al buen vino.

Mira el celular y ve que el mensaje es de Salvador:

"Hola, María, perdón si este mensaje te molesta. Si lo deseás, prometo no volver a escribirte nunca. Solo quería disculparme por haberte hecho sentir tan mal en la secundaria. Ya sabrás que no hiciste nada malo, aunque así te lo hice sentir en ese entonces. Me tomó demasiado tiempo darme cuenta y, lo peor de todo es que vos me gustabas. Aunque creo que yo a vos no."

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