Experimental

Un nuevo comienzo

Ella acababa de salir de una relación que prometía un hermoso futuro hasta que él, poco a poco, la fue dejando de elegir. Él había estado esperando tras las cortinas del escenario a que le tocara el turno. Ni siquiera había estado en la banca suplente, pero finalmente había llegado su oportunidad.

Ella había triunfado en todo, menos en el amor. Tenía un hijo pequeño, un gato y toda la casa para ella. Su trabajo no había decaído junto con la relación que ahora le tocaba dejar atrás. Ya no dolía tanto. El duelo lo había hecho desde hacía un par de años. Hacía ese tiempo que aquel hombre ya no la tocaba, ya no le decía que era bella ni tampoco que la quería. Hacía tiempo que él reía mirando algo en su celular... ¿qué cosa o persona era más capaz de arrancarle una sonrisa que ella? Hacía días que él iniciaba discusiones por cualquier cosa. Si no era por la ventana abierta, era por la ropa que no se secaba, o por los pelos del gato en la cama, o porque ella no le dedicaba tiempo, o porque estaba muy dependiente de él y no encontraba un punto medio. Cruzarse con él era como caminar por un campo minado. Hablar sobre sentimientos y decir "te amo" ya no tenía más efecto que la indiferencia. ¿En qué momento él había dejado de amarla?

Él había perdido la oportunidad con ella. La había rechazado en el pasado y ahora deliraba por un beso suyo. Escribía infinidad de poemas y la llamaba en sus delirios con la esperanza de que ella escuchara su voz y se decidiera a escribirle. Fuera de eso, el resto de su vida iba bien. Su trabajo también iba en ascenso, aunque no lo apasionaba tanto como imaginarla a ella en la cama.

Pero un día, la vio en las redes: soltera. ¿Qué hacer ahora? ¿Cómo no arruinarlo esta vez? ¿Cómo acercarse a ella sin perder la oportunidad? ¿Cómo no racionalizar su deseo para así poder echarse atrás y cerrar ese capítulo en su vida? Se iba a dormir sereno, pensando en pasar página. Se despertaba lleno de pensamientos oscuros y a punto de llorar. En el trabajo, lo conocían como el lágrima, pese a que jamás lo veían derramar una sola. Las mujeres lo veían como ese hombre misterioso con un dolor oculto que gritaban sus ojos. Pero, aunque ellas intentaban hacerlo hablar, él no se atrevía a confesar que su dolor era por un amor perdido. ¿Qué ganaba con admitirlo? ¿Que se burlaran de él? ¿Que lo compadecieran? Tal vez, sus compañeros intentarían llevarlo a beber hasta desmayar y así olvidar su pena. No. ¿Y si acababa llorando por ella y llamándola ebrio? Ni hablar. No podía permitírselo.

Deseaba publicar algo que ella viese y le hiciese saber que ahora sí él quería algo. No, Salva. Lo que pasa es que vos siempre querés lo que no podés tener. Cuando lo tenés, perdés el interés. Dejá de sufrir por eso que, visto de lejos, brilla tanto y que, de cerca, te parece una simple baratija. Dejala ser feliz. Dejala seguir adelante y encontrar a alguien que no la lastime y la sepa querer bien. No te encapriches más.

Un día, ella por simple curiosidad, o tal vez por resentimiento, decide buscar a su antiguo amor en las redes y se encuentra con cientos de poemas que él le escribió durante años a algún amor. ¿Serán para ella? Imposible. Él dejó claro que no la veía de ese modo y se lo hizo notar de la forma más cruel: con frialdad, indiferencia, comportamiento evitativo. Imposible. Aun así, se quedó leyéndolos durante horas imaginando que eran para ella. Soñar no costaba nada. Solo mirar su perfil y encontrarse con algo nuevo era seguro para ella desde su casa. Solo lo veía a través de una pantalla. Desde allí, él no podía lastimarla. Si ella no le daba "Me gusta" a nada, él no tenía cómo saber que lo miraba, lo leía, lo soñaba. Y así pasó semanas hasta que, sin querer, le dio "Me gusta" a un poema bastante antiguo.

Ya estaba. Lo siguiente que ocurriría sería lo obvio. Él vería la notificación y la bloquearía. Y listo. Ella ya no podría volver a ver nada de él a menos que se hiciera un perfil falso. Pero así dolería más volver a leerlo. Saber que ninguno de sus poemas eran...