La mala amiga

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Pam y Sofía toman jugo exprimido de naranja con la mitad de su cuerpo sumergido en una piscina no muy grande, aunque con la suficiente agua como para refrescarse. El agua está cristalina y, aunque ellas están sentadas en los escalones, saben que la piscina es bastante más profunda. Sin embargo, no se han dedicado a recorrerla porque llevan horas hablando. A Sofía le encanta meterse del todo y sumergir la cabeza cada tanto aprovechando los silencios de Pamela, quien la aburre a veces con su perorata. Siempre es la misma: que no tiene amigos, que todos la traicionan, que la hacen a un lado, que Tomi la engaña con una tal Belén. No hay pruebas de ese engaño, aunque Tomi jamás parece tener intención de calmar los celos ni la inseguridad de Pam. En cambio, la deja acusarlo hasta el hartazgo sin decir siquiera: "estás equivocada, no te engaño con nadie". Más bien, él defiende a la tal Belén diciendo que no es ninguna puta ni china sucia, ni nada por el estilo.

Sofía no está con Pam porque tenga una piscina sino porque es la única en todo el colegio que parece valorarla. Ella se cambió de escuela hace seis meses, pero ninguno de sus compañeros demuestra simpatía por ella. Solo Pam se abrió a conocerla mejor. Bueno, más bien a dejarse conocer. Sofía la vio llorando un día en el recreo, se acercó a preguntarle qué le pasaba y fue así como comenzaron a hablar. Siempre el tema era la desolación de Pam. Ella lo abarca todo, aunque a Sofía no le molesta ya que prefiere eso a estar más tiempo sola en el aula sin que nadie le preste atención. Hasta en los trabajos grupales la ignoran sus compañeros. Extraña su antigua escuela, donde sus amigas y ella hablaban de todo y se divertían en su casa solo con una manguera y globos de agua.

¿Por qué se distanció de ellas? En parte, porque los horarios y la distancia de una escuela a la otra complicaba el encontrarse con la frecuencia de antes; en parte, porque Pam simplemente la abarca por completo. La invita a la piscina a hablarle de sus dramas y jamás le pregunta cómo está ella, qué le gusta, cómo se divierte... incluso, no le deja escuchar la música que le gusta sino que cada vez que suena uno que Sofía quiere escuchar, Pam lo cambia diciendo que es feo o que es una estupidez. A su amiga no le molesta nada de eso. Puede escuchar lo que quiera sola en su casa por las noches mientras chatea con Pam.

Lo único que a Sofía sí le molesta es que, pese a todo el tiempo que pasan juntas, Pam ha seguido diciendo que no tiene amigos. ¿Y ella qué es? ¿Qué significa todo el tiempo que le dedica, en vez de hacer otras cosas o juntarse con otra gente? ¿Cuál es el objetivo de abarcarla a diario durante todo el día si no la considera su amiga? Hasta hacen todos los trabajos juntas. Bueno, solo esos en los que los maestros les permiten escoger. En esos casos, ambas trabajan a la par y hasta se ríen mientras hacen las cosas.

Las veces que ríen son pocas. Son más las veces en que Pam llora porque las compañeras populares la han invitado a salir, pero luego le cancelan para salir ellas por su cuenta. A Sofía ni siquiera la invitan, pero eso no importa. Son una basura. Ilusionan a Pam para luego dejarla tirada con ella. De hecho, las veces en que Sofía se ha quedado a dormir en casa de Pam ha sido porque aquellas chicas le cancelaron la salida y la pobre muchacha se ha quedado sola llorando con el maquillaje puesto y la ropa de salir. Ilusionada con salir al menos con su amiga, Sofía se viste y maquilla para ir a su casa, pero el plan de fiesta se convierte en una extraña fiesta de pijama consistente solo en escuchar o en ver a su compañera llorar y no querer hacer más nada.

Sofía ama cambiar de look, pintarse, vestirse para salir y empieza a pensar en acordar con sus amigas, a quienes siempre cancela con excusas. Un día, simplemente decide enviarles un mensaje para ver si aún quieren salir con ella. Sus amigas le dicen que sí. Que se prepare, que la pasarán a buscar. Como si hubiese invocado al diablo, recibe un mensaje de Pam, quien la invita a dormir a su casa.

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