𝐑𝐄𝐓𝐔𝐑𝐍 || 𝚁𝚒𝚌𝚔 𝙶𝚛𝚒𝚖𝚎𝚜

07.

Dejé el cubierto sobre el plato, provocando algo de ruido, y levanté la cabeza, mirando a Paul.

— ¿Qué? — preguntó. — ¿No te gustó la comida? — llevó el tenedor a su boca.

Analicé su rostro, tranquilo, como si no estuviera sentado a la misma mesa con la mujer que esclavizó y mató a mucha de su gente.

— ¿Por qué no me matas y ya? — solté.

Habían transcurrido dos días desde que me había traído a Hilltop y había pasado cada noche despierta, esperando que él hiciera algo, mas no lo hizo.

— Así no es cómo funcionan las cosas, Maxine.— volvió a comer.

Apreté mi mandíbula, aburrida de que no contestara mis preguntas.

— ¿Cómo es que funcionan las cosas entonces, Paul? 

Esta vez, al oír mi tono, suspiró y dejó ambos cubiertos en el borde de su plato.

— Te estoy ofreciendo una segunda oportunidad.— apoyó sus codos sobre la mesa.— Al menos dentro de mi comunidad, así es como funciona.— observó mis ojos fijamente. — ¿Debería retirar mi oferta?

— Deberías reconsiderar tus decisiones como líder.— fue lo único que dije.— Ya no soy una salvadora, pero sigo siendo una asesina.

— Todos somos asesinos.— le restó importancia.— Escucha, Maxine.— comenzó. — Pudiste haberme matado o haberme robado mientras peleábamos con los caminantes, pero no lo hiciste.

— Sí te robé. — murmuré.

— Solo fue una botella de agua, todos robamos algo alguna vez.— su comprensión estaba empezando a sacarme de quicio.— Me dejaste una nota, ¿por qué?

Fruncí mi ceño y apoyé mis brazos sobre la mesa, con cuidado, me incliné un poco, quedando más cerca de Paul y lo miré con fijeza.

— Escúchame bien.— mi voz salió monótona.— En este maldito mundo, solo hay una persona que me importa más que mi propia vida. — comencé.— Si te dejé una nota, no fue por ti, ni por tu maldita comunidad.

Su rostro estaba serio, pero luego mostró una pequeña sonrisa burlesca, lo que hizo que me devolviera en mi asiento.

— Quita esa sonrisa de mierda de tu boca.— apreté mi mandíbula.— Ustedes no me importan en lo absoluto.

— La Maxine que conocimos nunca hubiera ayudado a alguien más débil. — se dejó caer en el respaldo de su asiento y cruzó los brazos sobre su pecho. — Ni siquiera a su propio esposo.

— Tú no sabes nada sobre eso, no...— mis palabras se cortaron cuando un escándalo comenzó fuera del contenedor de Paul.

El líder de cabello largo contrajo sus cejas al oírlo.

— ¿Qué es eso? — bufé de manera audible.

— ¿Cómo esperas que sepa? — le contesté con antipatía.— Tú eres el dueño de esta comunidad.— me miró con su ceño fruncido, pero no dijo nada, solo se puso de pie, caminó hacia la ventana y movió la pequeña cortina.

 — Maldición.— soltó.— Quédate aquí.— se giró para decirme aquello. Ni siquiera me dio tiempo de responder cuando dejó la habitación con rapidez. 

Esta vez, fui yo la que contrajo las cejas y al notar que la puerta había quedado entre abierta, me levanté de mi asiento y coloqué una mano sobre mi cabeza al sentir un pequeño mareo.

Carajo, cómo dolía.

Tratando de ignorar el dolor, me asomé por la abertura de la puerta, viendo a Paul caminar hacia el grupo de personas que había arribado a la comunidad. Entrecerré mis ojos para ver mejor y logré visualizar al líder de Alexandria bajando de un caballo, acompañado de algunas personas más.