𝐑𝐄𝐓𝐔𝐑𝐍 || 𝚁𝚒𝚌𝚔 𝙶𝚛𝚒𝚖𝚎𝚜

08.

Volví a remover la tierra del huerto, buscando quitar la maleza y prepararla para que pudieran cosechar algo más, hasta que oí el gran portón de Alexandria ser abierto.

Coloqué una mano en mi frente, buscando algo de sombra para poder ver lo que sucedía.

— ¿Qué es eso? — Negan dejó de hacer lo que hacía y frunció su ceño.

— No lo sé. — negué lentamente.

Alcé mis cejas cuando una motocicleta se dejó oír y entró en la comunidad.

— ¡Tío Daryl!

Mis ojos se posaron en Judith, quien corrió hacia el hombre una vez este se había bajado de su vehículo, saltando a sus brazos.

Enterré la pala en la tierra y me apoyé en ella con mis manos, dejando que mi peso descansara en ella, observando la escena.

— Él no había estado por aquí en un tiempo, ¿no? — le pregunté a Negan sin dejar de mirar al ballestero.

— Vive en el bosque.— respondió vagamente. — Viene solo en ocasiones especiales. — asentí.

Eso explicaba la actitud de la pequeña.

Comenzó a caminar y se quitó un pañuelo del rostro, y al parecer notó mi mirada, porque ladeó su cabeza, encontrándose con mis ojos.

Su expresión cambió completamente y su ceño se frunció, para luego caminar nuevamente, esta vez con un ritmo más pesado, entrando con rapidez al edificio principal de Alexandria.

Negan silbó con diversión.

— Carajo.— rió. — Cierto líder va a tener problemas por no haber avisado de tu regreso.

— Mi regreso es el menor de sus problemas ahora. — contraje mis cejas un poco, con la mirada aun puesta en la puerta por donde Daryl había desaparecido.

— Yo no diría eso. — sonrió. — Sigues dando mucho de qué hablar, nena.— señaló mis manos.— Sobre todo cuando te trajeron de vuelta.

Miré mis muñecas, que seguían algo irritadas por el amarre que Rick había hecho cuando me trajo de Hilltop, y las sobé un poco, aunque el color rojizo no desaparecía de ellas.

— ¿Por qué volviste, por cierto? — contraje mi ceño y lo observé. — No es que no me guste la idea de tenerte en la celda conmigo, o sea, mírate. — explicó con picardía.

— Eres un idiota.— sonreí un poco.

— Pero Rick dijo que Hilltop tenía una celda para ti.— reí. — Y que nunca volverías.

— Pues Rick fue el que me arrastró a Alexandria otra vez.— le dije.— Aunque me alegra haber vuelto.

Un pequeño silencio se armó entre ambos, por lo que volví a tomar mi pala.

— Por ella, ¿no es cierto? — mi sonrisa se borró.— ¿Qué hace a esa niña tan especial, Max?— cuestionó cuando notó el cambio en mi ánimo.

Mi mandíbula se tensó un poco y pasé saliva, antes de mirarlo nuevamente.

— ¿Alguna vez te conté de Miles? — dije mientras hundía la pala en la tierra una vez más, moviendo la tierra.

— Tu hermano, sí.— asintió.

— No pude protegerlo.— le conté. — Me obligaron a dejarlo. — seguí mi tarea.— Y lo perdí.

— ¿Entonces? — me preguntó con interés.

— Entonces, — repetí. — no voy a perder a Charlotte. Nunca. — pasé una mano por mi frente, retirando el sudor.