XII. OCTUBRE

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Gracias por su abrigo;
señor,
presiento que no habrá un octubre;
la tormenta no ha cesado,
y las púas que adornan mi garganta;
me sofocan cada vez más.

Buscando y buscando;
un camino al dorso divino,
descendiendo perpetuamente,
a millas de la mística redención.

Abatida en paraje del averno,
con la promesa certera:
dónde el silencio abunde,
y el insomnio carezca.

Murmuraré que si,
solo para arrullarme sobre ti;
despojame de mis harapos,
y de los escombros recojeme.

Cóbrate con mis anhelos;
y saquea ese sueño,
que ya ni recuerdo.

Murmuraré que si;
apacigua mi típica ansiedad,
y asfixiame con tus besos,
crudos y agríos están saturados.

Hermano,
¿qué vislumbras?
no discierno las caras de sus voces.

Murmuraré que si,
arrebata mis fracasos,
desvanece el mal sabor de boca;
que mi conciencia trae consigo.

Cóbrate de mi ridícula cordura,
y remembranzas difusas;
la mayoría huele a embusteros,
jurando benevolencia.

Hermano,
te extraño tanto.

Murmuraré que si;
sucumbiré ante el precipicio,
cuando cambie mi apellido;
por uno desconocido.

Cóbrate abastaciendome;
de miseria y perjuicio,
disocia mi entorno;
y confundeme con embrollos.

Estando en el limbo,
encontré a una niña perdida;
quise correr hacia ella,
pero mis piernas no puedo sentir,
octubre abrazame ya.

Estando en el limbo,
encontré a la niña Sofia;
no quiero que solloce,
¿tanto te he decepcionado?

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