VIII. LA CRUDEZA DE NARCISSA

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¿Lo presientes?
Aúllan las moribundas sacerdotisas,
¿Tan pronto y ya soy un farsante?
He sido tasajeada con brutalidad sin ninguna necesidad.

Con franqueza y deseosa,
En tus entrañas me retuerzo.

No es ninguna sorpresa el hecho de que he enloquecido,
Me pisotean durante mi descenso;
Porque así dicen que lo he querido.

Anhelo con vehemencia,
Coexistir con lo inmortal que pude llegar a ser.

Adivina quien soy,
Soy tu engendro.
Quiero que te enteres persona insolente y afligida,
Que yo no he sido la verdadera homicida.

Ansío detonar en mi travesía,
mi infierno es exorbitante;
Ya demoré más de lo normal,
Soy más real que la miseria en mi pecho hundido.

Asegúrate de tu jadeo tardío,
Aplícate señorita mía;
No más de un pinchazo será,
Es mi garantía.

El augurio se ha despejado de tu cielo,
Tarareo la letra solemnemente;
No es ninguna asombro que me pisotearan durante mi descenso.

Levanta, las colinas se han puesto violentas;
Coexistir con lo inmortal que pude llegar a ser,
Porque así dicen que lo he querido.

¿Tan pronto y ya soy farsante?
He sido arrollada con crudeza y brutalidad.

Ansío detonar en mi travesía,
Aplícate señorita mía;
Más de un pinchazo será,
Es mi garantía.

¿Lo presientes?
Aúllan las moribundas sacerdotisas.

El augurio se ha despejado de tu cielo;
Quiero que te enteres tu persona insolente y afligida,
que has sido tu propia homicida.

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