-[Sura... Te encontré.. después de 200 años al fin te encontré... No hay tiempo.. búscame y sabrás todo] - Al terminar de hablar una enorme sonrisa apareció de la inmensa oscuridad, una sonrisa macabra y llena de sangre.
-¡¡Aaaahhhhhh!! - Respiraba de manera agitada -Fue.. fue solo una pesadilla.. menos mal... Aunque.. - Decía mientras observaba su mano- Se veía muy real.
-¡Shura!.. ¡Baja ya o llegarás tarde!
-¡¡Ya voy!! - El joven bajó las escaleras y se dirigió al baño de la casa, lavándose la cara y saliendo a la cocina para poder desayunar.
Al sentarse en la mesa el joven desayunaba tranquilamente, despues de unos 10 minutos el joven volvió hacia el baño, esta vez para lavar sus dientes y dirigirse a su habitación, cambiándose su ropa por su uniforme, este estaba compuesto por un kimono negro con un cinturón rojo, y en la parte derecha del pecho un logo de la escuela DAVIO.
-¿Ya estás listo?
-Si mamá, ya estoy preparado. - Decía bajando las escaleras y colocándose frente a su madre.
-Hay mi niño, que guapo y grande que está ya. - Comenzó a abrazarlo.
-Si.. yo también te quiero mucho mamá... Pero me tengo que ir.
-Tienes razón, cuídate y que tengas un buen día.
-Gracias mamá.
El joven salió corriendo de su hogar y se dirigió por toda la calle central, observando las miles de carretas de transporte comercial guiados por caballos, era una ciudad increíble, no por nada era la capital de todo Japón, quitándole el puesto a la antigua capital, Tokio, ahora quien representaba Japón era la gran ciudad Hirata. Lugar donde se cuenta nació el salvador de todo el país, el Santo de la Espada.
Shura ya estaba en las afueras de su nueva escuela, este sería un momento importante para él, así que no quería arruinarlo, entró a la misma, cruzando el gran portón que tenía, rápidamente notó un gran tumulto de jóvenes en una esquina del campus esperando a que comenzaran, y así fue, cuando Shura se sentó sonó una campana, acto seguido apareció el sucesor de la familia Davio, un hombre de aproximadamente 30 años se paró sobre un enorme escenario.
-¡Silencio!... Bien.. sean todos bienvenidos a la escuela DAVIO, como todos saben ya, la historia de nuestro país es muy triste, hace 200 años el Santo de la Espada enfrentó a un feroz demonio, posiblemente el más poderoso de todos.. Ashura, y aunque salió como ganador no pudo detener la liberación del infierno en la tierra, así que los demonios y espíritus malignos lograron entrar al mundo de los vivos, así que para defendernos de ellos El Santo de la Espada creó una institución para entrenar a los futuros samuráis que lucharán por Japón en contra de los demonios... Y así surgió la Institución DAVIO.. y ustedes serán esos samuráis.
-¡¡Yeeaaahhh!! - Gritaron todos los jóvenes ahí presentes.
-Esto es grandioso, muy buena motivación tenemos este año, aunque deben saber que durante 3 intensos años entrenarán sin parar, no pararán incluso si sus huesos se rompen.. así que.. quien quiera irse puede hacerlo.... Veo que nadie quiere... Eso es grandioso, espero mucho de vosotros chicos... Ahora dirigíos a sus salones para comenzar su entrenamiento.. ya deberían saber cuáles son así que.. nos vemos.
De esta forma aquel hombre se marchó, todos los jóvenes hablaban entre sí, muchos estaban emocionados por comenzar, otros estaban asustados, pensando en si debieron haberse marchado cuando tuvieron la oportunidad, aunque Shura estaba extraño, desde que empezó aquel hombre a hablar no a dejado de sentirse incómodo con su presencia.. ¿Por qué será?... No le dió importancia, puede que sea su apariencia, sin darse cuenta ya había llegado a su salón de clases, al entrar todos se quedaron observándolo, muchos ya tenían armas preparadas para sus build's, le llamó mucho la atención un joven con una lanza, acercándose para hablar con él y poder presentarse, pero antes de poder hacerlo la puerta se abrió de golpe, todos voltearon de nuevo, observando a una jovencita de cabello marrón oscuro, sus ojos rasgados y finos daban a resaltar una belleza natural.
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𝚈𝚘𝚞 𝚌𝚊𝚗'𝚝 𝚋𝚎 𝚂𝚑𝚞𝚛𝚊...!
FantasySamuráis... guerreros honorables, con gran determinación a la hora del combate, hábiles con la espada, dígnos y gloriosos.. pero otros... otros se dejan llevar por la senda de la sangre, guiados por su ira, rencor y odio, guiados hacia una profunda...