El regreso a Resembool

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Al final, los hermanos habían partido rumbo a nuevas aventuras, aunque esta vez sería por separado. Winry, se quedó observando como el tren se marchaba con Edward viajando en él, poco a poco fue perdiéndolo de vista, hasta que por fin desapareció.

Habían pasado dos años aproximadamente desde aquel día en que los hermanos Elric emprendieron su viaje. Ella, quien los conocía de toda la vida, siempre supo que aquellos hermanos volverían a marcharse y claro que no haría nada por detenerlos, de todas maneras, ellos sabían que tenían un lugar a donde podían regresar siempre que quisieran... «Un lugar donde regresar», ese pensamiento llegó a su mente acompañado de nostalgia, la llevó a los recuerdos de todo lo que había pasado; los hermanos empezaron su viaje incendiando su hogar, pero cada vez que visitaban Resembool, se quedaban hospedados en el suyo y sin darse cuenta, ellos formaron parte de la familia de la rubia donde la abuela Pinako, trató de que siempre se sintieran en casa, aunque la anciana sabía perfectamente que nada podía reemplazar pérdidas tan importantes.

Aquella mecánica podía sentir la brisa que empezaba a rozar su rostro mientras cerraba la tienda en Rush Valley; el señor Garfiel, le estaba enseñando mucho y actualmente probaban nuevas soldaduras y prototipos más ligeros. Ella había juntado algo de dinero para poder vivir de forma independiente, aunque se acostumbró a compartir habitación con Paninya, tenía claro que en algún punto debía pensar en tener algo propio en aquella ciudad del automail. Terminó de cerrar el establecimiento y dirigió sus pasos hacia el lugar donde se encontraría con su querida amiga y al ver que esta no hacía su aparición, decidió sentarse en un banco que se encontraba cerca de allí.

La espera se estaba haciendo eterna, la rubia movía una de sus piernas por la ansiedad, casi no recordaba cuántas veces había observado aquel viejo reloj que cargaba en su muñeca «¿Cómo puede tardar tanto?», pensó y su rostro empezó a denotar impaciencia, o al menos eso creía puesto que un extraño se acercó a preguntar si se encontraba bien; a ella le pareció haber visto el rostro de aquel joven, lo recordaba, había reparado su automail del brazo hace poco, estuvieron conversando largo rato y sintió que fue buena compañía mientras esperaba a Paninya, además aprovechó para preguntar si conocía un lugar donde podría mudarse y aquel le recomendó un par.

—Son excelentes lugares si estás sola y quieres quedarte a vivir aquí —comentó el joven.

Eso resonó en la mente de Winry, sintió como una pequeña picada se introducía en su pecho. «¿Realmente me quedaría a vivir aquí?» pensó, pero la despedida del muchacho hizo que regresara a ese momento, le dibujó una sonrisa dulce durante la despedida en agradecimiento por aquellos datos y se quedó observando al contrario mientras se marchaba hasta que fue interrumpida por su querida amiga.

—¿Con quién hablabas? —preguntó Paninya con mucha curiosidad, aunque enseguida vio la mirada asesina de su amiga—. Disculpa Winry, se me hizo tarde, tuve unas complicaciones... —juntó las manos y trató de excusarse mientras dibujaba una sonrisa nerviosa, aunque la curiosidad la seguía matando y decidió arriesgarse—. ¿No me dijiste que esperarías por Edward? Aunque ese joven es muy atractivo, así que no podría culparte pero, dime ¿Con quién hablabas? —Paninya la invadió de muchas preguntas en tan solo un instante.

La rubia negó con la cabeza y una expresión de diversión apareció en su rostro.

—Solo le preguntaba sobre si conocía un lugar para mudarme —contestó entre risas y dicho esto, ambas emprendieron el camino hacia la casa de Dominic.

Después de tomar una ducha, la mecánica se encontraba mirando el techo, solía hacerlo siempre que tenía alguna preocupación o inquietud, al instante, le invadieron muchos pensamientos... «Ese idiota ha olvidado que lo estoy esperando... claro... debe estar MUY ocupado en sus investigaciones», resonó en su mente y un suspiro se escapó de sus labios mientras abrazaba su almohada. De pronto, sintió como una molestia no dejaba de invadir su ser. «Tan ocupado como para no poder escribir una carta preguntando por como estoy... ¡Es un completo idiota! quizá ya no rompe su automail para no venir a verme... O quizá lo rompió y tiene miedo de que lo golpee... ¡Oh Rayos Winry! No puedes estar pensando en eso, ya se las arreglará», la rubia trató de calmar sus pensamientos, no quería torturarse así, «Por otro lado, tengo que responder la carta que envió Alphonse», pensó y giró su cuerpo desviando su mirada hacia la pared, en ese momento, cerró los ojos intentando que el sueño se apodere de ella.

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