El Otro Lado

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—Si la observas más, parecerás un acosador hermano —comentó Ainhoa mientras ingresaba a la habitación.

—Es muy parecida a ella, es más, es idéntica a ella —dijo Magnus observando a la rubia mientras le acomodaba el cabello para ver mejor su rostro.

—Pero no es, si te das cuenta, ella aunque en este momento esté con toda la conmoción, se ve más saludable —explicó la hermana del contrario.

—No voy a permitir que se vaya, debemos vigilarla —indicó Magnus e inmediatamente se dirigió a la puerta —. Quédate aquí y no te separes de ella.

—Pero hermano, sabes lo mucho que me cuesta poder acceder a ese lugar, me siento cansada —replicó la joven de ojos rosados.

Sin embargo el joven de cabello negro no hizo caso y comenzó a caminar, su postura imponente parecía que había tomado una decisión con respecto a algo, bajó rápidamente por las escaleras hasta el sótano del lugar, abrió los dos grandes candados que aseguraban una puerta de metal, dando paso a un lugar oscuro, habían habitaciones que parecían celdas, caminó hasta la última de ellas, donde se podía observar a una mujer echada en una cama, que al abrir los ojos empezó a toser de una forma estrepitosa, a tal punto que empezo a sangrar.

—Te sigues asustando con mi presencia y no entiendo la razón, estoy haciendo todo por curarte —expresó Magnus cruzándose de brazos.

—No voy aceptar tu ayuda, prefiero morir antes que aceptar... ¿Acaso no lo haces con doble intención? —respondió aquella mujer, intentando no entorpecer sus palabras con la tos.

—Solo te he pedido que te cases conmigo, pretendo darte todo lo que tengo a mi alcance y cuando sea el momento serás la primera dama, podremos obtener todo de acuerdo a nuestros planes, tengo la solución aquí, puedo sanarte —pronunció el pelinegro, acercándose a ella para acariciar su rostro.

—¡No! —la joven apartó la mano del joven —. No puedes dañar a muchas personas solo para mejorar este lugar, debes ser valiente para empezar a mejorar desde aquí, sin apañar malas acciones.

—Entonces es tu última palabra —dijo el joven dándole la espalda.

—Así es — afirmó aquella mujer y empezó a toser nuevamente; cuando al fin logró calmarse, levantó el rostro encontrándose con Magnus apuntándole con un arma—. No serías capaz.

—¿No? —Sonrió Magnus sin dejar de apuntarle a la joven —. Hubieras visto a tu amado cuando creyó que no lo haría, habíamos crecido juntos, pero él no quería ir con mis ideales, un idiota sin futuro, deseando cambiar el mundo haciendo el bien, murió suplicando que te cuidara.

—¡Tú lo mataste!... y me dijiste que había sido un ataque de soldados por no querer compartir su trabajo... —Expresó la joven con desesperación mientras su rostro se llenaba de lágrimas.

—Fue un desperdicio, no quiso ayudar a su hermano y a su amada, a pesar de que ambos tenían la misma enfermedad, yo si estuve dispuesto a todo por ti... pero ahora no me hace falta... tengo un modelo nuevo y mejorado —comentó Magnus, su rostro estaba lleno de odio.

—¿Qué? ¿De qué hablas? —preguntó la joven entre sollozos.

—Ya no me sirves... —pronunció Magnus y disparó a la joven causándole una muerte inmediata.

***

Era casi madrugada en Central, todos estaban reunidos en el departamento de Riza, después de lo sucedido, tenían que conversar, era hora de que empezaran a decir la información que cada uno tuviese, Edward apretaba sus puños, se culpaba por haber dejado sola a Winry y no haber pensado en que el blanco era ella, aunque no entendía las razones.

Sentimientos PendientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora