Iniciando la rivalidad

64 9 12
                                    


Riza se encontraba en su departamento preparando su cena, le dio un poco de comida a Black Hayate sin olvidarse de acariciarle la cabeza e inmediatamente apagó la hornilla donde estaba cocinando el guiso, en ese momento, escuchó el timbre y corrió al llamado de la puerta.

—¡Coronel Abrams! —dijo Riza con un gesto de sorpresa.

—Riza... Ya te he dicho que cuando estemos fuera del trabajo puedes llamarme Heer —indicó el teniente con amabilidad—. ¿Me permites pasar?

—Si, si, toma asiento, justo iba a servir la cena —respondió la rubia mientras corría a la cocina, todavía estaba extrañada por verlo, la verdad es que la visita de aquel ex compañero no le vino muy bien, ella quería meditar a solas por la actitud que había tenido el General aquella mañana, sin embargo, también pensó que quizá era mejor liberar aquellos pensamientos turbios que la perseguían.

Sirvió la cena para ambos y lo invitó a sentarse en el comedor frente a ella, el teniente probó un bocado del guiso y gesticuló con sorpresa una cara de su aprobación por la buena comida.

—Cocinas bien, Riza —Halagó a la contraria y se llevó otra cucharada de aquel guiso a la boca.

—Gracias, aunque es una comida sencilla de preparar —respondió la primer teniente llevándose también un poco de comida a la boca—. Y dígame, perdón, Dime ¿Qué te trae por aquí?

El teniente dibujó una sonrisa al ver lo mucho que le costaba a la rubia tutearlo.

—Me dijeron que el General Mustang te envió temprano a casa, averigüé tu dirección y aquí me tienes —Comentó el joven de cabellos blancos—. Además, tenemos una plática pendiente.

—¿Cuál? —preguntó la rubia arqueando una ceja.

—Mira seré directo, sé que eres muy inteligente, así que no necesitaré dar tantos rodeos. Quisiera saber si alguna vez pensaste en desertar —indicó el teniente con seriedad—. El general hoy te envió a casa, puede ser que él ya se diera cuenta que necesitas un cambio, cualquier hombre estaría dispuesto a proponerte matrimonio y...

—No lo he pensado —interrumpió Riza con la misma seriedad del contrario.

—¿Por qué? —preguntó Heer sin entender como la rubia no había pensado en su futuro.

—Porque yo estoy en la milicia para cumplir un objetivo y realmente no deseo seguir tocando este tema —explicó Hawkeye muy incómoda y hasta cortante.

En ese momento, se oyó el sonido de unas manos golpeando la puerta del departamento de la primer teniente. Riza se levantó de su sitio para atender al llamado y al abrir la puerta, pero para su sorpresa, se encontró con el rostro del General, quien ingresó al departamento notando enseguida la presencia de Heer.

—Teniente Abrams ¿No es muy tarde para visitar a una integrante de la milicia, considerando las reglas de nuestra institución? —preguntó el General, quien tenía una cara de pocos amigos, no sabía qué rayos hacía el teniente en ese lugar.

Heer se quedó observándolo un momento, como si esperara que se diera cuenta de que él también estaba ahí y a las mismas horas o incluso más tarde, ya que recién estaba llegando.

—Teniente Hawkeye, vengo por un asunto clasificado, es un caso urgente —expresó el general con severidad.

—¡Oh... Claro! —exclamó el teniente y se levantó de su asiento—. Bueno, nos vemos mañana Riza, espero que todo salga bien en el asunto que tienen.

Abrams se despidió con respeto del General y salió del lugar, después de lo mencionado, no podía quedarse más allí pero, le daba curiosidad aquel caso que tuvo que ser informado con suma urgencia. Mustang por su lado, estaba intentando mantener la postura, aunque se sentía irritado por la forma tan descarada de la que este se había despedido, sobre todo porque el susodicho era tan atrevido que ya llamaba a la teniente por su nombre, sin embargo, trató de tranquilizarse girándose para ver a la rubia y con la mirada le pidió permiso para sentarse.

Sentimientos PendientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora