Capítulo tres

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Nicole Wallace

Cuándo abro los ojos al despertar aún tengo encima a Gabriel. Me levanto de la cama apartándolo cuidadosamente. Al estirarme me giro para verlo roncar sin darse cuenta de mi ausencia.

Se ve tan hermoso durmiendo; parece un niño pacifico e inocente.

Ruedo los ojos un poco cansada antes de entrar al baño para darme una ducha y hacer mis necesidades. Ya en la ducha me permito disfrutar del agua corriendo por mi piel y el olor del champú.

De un momento a otro unas manos me agarran de la cintura para acercarme a un pecho cálido y a una erección.

Cierro los ojos sabiendo quién es y sin querer pelear disfruto de su cercanía.

—Déjame cuidar de ti— susurra él en mi oído.

Asiento e inmediatamente Gabriel comienza a darnos una ducha los dos. En el proceso recibo besos por todas las partes de mi cuerpo, sin excepciones. Cuándo salimos del baño con toallas, siento mi corazón latir demasiado rápido.

Gabriel lleva una toalla que solo lo tapa desde la cintura para abajo y no es algo que no haya visto ya. Pero en estos momentos me pone nerviosa por la situación tan delicada en la que nos encontramos.

—¿Vas a irte?— me atrevo a hablarle por primera vez del día.

Él se quita la toalla; mis ojos bajan sin poder evitarlo y al ver su gran longitud un acaloramiento envuelve mi cuerpo de arriba a abajo. Al igual que el recuerdo de sus dedos dentro de mí rondan ahora por mi mente.

—¿Quieres que me vaya?— pregunta con una sonrisa pequeña y perversa.

—Sí — asiento al instante.

Niega con la cabeza divertido mientras que se pone la ropa de ayer con el trasero ahora tapando mis vistas. Hasta su trasero lo tiene perfecto.

—Vaya, estaba pensando en ver una película aquí y así descansar un poco— señala la televisión con la cabeza, abotonando su camisa—. ¿Te apetece?

—Depende, ¿cuál?

Gabriel piensa antes de responder lo que menos me esperaba viniendo de él.

—La bestia y la bella.

Suelto un bufido divertido.

—Es la bella y la bestia.

—¿Qué es lo que cambia?— pregunta alzando una ceja.

—Pues el orden; tu dijiste la bestia y la bella, no es así, es la bella y la bestia— le explico obvia.

—¿Que mas da el orden?—se encoge de hombros.

—Pues que suena mal.

—No—niega él.

—Sí.

—No.

—Sí — afirmo siguiéndole la pelea.

—No.

—Sí.

Le lanzo una almohada antes que pueda soltar otro "no". Me sorprende devolviéndomela. En segundos pasamos de una pelea verbal a una pelea de almohadas.

Cada vez estamos más cerca pegándonos con las almohadas; una incluso se cayó por la ventana. Gabriel me da un almohadazo tan fuerte que me manda al suelo. Me siento mareada mientras que miro al techo, también me arde el culo y la cara por el impacto, realmente se pasó.

—Nicole— se acerca rápidamente y apoya su mano en mi mejilla. La preocupación suena en su voz al igual que brota de sus ojos—. ¿Estas bien? Lo siento muchísimo, me pasé demasiado. ¿Llamo a alguien?— la última pregunta la fórmula sacando su móvil del bolsillo.

Secret LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora