Capítulo diez

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Nicole Wallace.

En ese momento, alguien llama a la puerta, interrumpiendo nuestro momento.

Gabriel, con desgana, se aparta de mí y procede a abrir la puerta. Nos quedamos pasmados al ver a la persona que espera fuera de esta.

La madre de Gabriel.

Esta luce vestida elegantemente, tiene una pose impaciente; brazos cruzados y la pierna derecha moviéndose. Ella se parece mucho a él.

—Mamá, ¿qué haces aquí? —suelta Gabriel.

—¿No le vas a dar un abrazo a tu madre?

Gabriel avanza hacia ella y la envuelve con sus brazos, sin rechistar.

—Pasaba por aquí y me dijeron que estabas en el baño, como tardaste decidí venir a comprobar que todo estaba bien —informa mirando a su hijo con preocupación. Luego, sus ojos pasan a estar en mi—. ¿Ella es tu compañera de trabajo?

Gabriel asiente.

Miro a Gabriel con una pregunta en mis ojos; ¿solo compañera? Pero el desvia la mirada, sin comentar nada más. Su madre nos mira extrañada.

—Vamos a terminar la comida —dice Gabriel, su madre lo sigue cuando este se va.

Permanezco durante unos segundos en el baño de pie, con un dolor agudo en el pecho. Cuando consigo recuperarme, voy a sentarme en la mesa, donde todos se encuentran.
Y ahí, decido autoconvencerme que lo nuestro lo seguimos escondiendo por nuestro bien.

_________

La velada pasa de forma tranquila, con Gabriel ignorando mi mirada y su madre lanzándome miradas que no consigo averiguar que significan. Pero esa tranquilidad se va al garete cuando la madre de Gabriel abre de más su boca.

—Se rumorea de que sales con alguien Gaby, ¿es cierto? —pregunta ella.

La mesa cae en un silencio, todos miran a Gabriel expectantes. Sus dos amigos comienzan a silbar.

—¿Y como que no nos habías dicho nada? — reclama uno de ellos.

Los demás le dan la razón. Gabriel mira su plato mientras que niega con una sonrisa.

—Esos rumores son falsos, mamá y compañía.

Él está haciendo bien al mentir, pero aun así eso me hiere.

—¿Seguro? —pregunta con sospecha y aprovecha para lanzarme otra de sus miradas.

Oh dios, el baño. Estábamos los dos metidos en el y encima con pestillo puesto. No me extrañaría que sospechara de nosotros. Pero algo me dice que no es una mujer que se tomaría bien nuestra relación y no porque seamos compañeros de trabajo precisamente.

—Seguro —dice Gabriel y me mira por primera vez en toda la cena.

Su madre lo deja pasar y saca otro tema de conversación.

Cuando terminamos, pagamos la cuenta y nos dirigimos todos a la puerta, donde nos despedimos tras un largo día de trabajo.

Gabriel se va sin despedirse de mí y su madre hace lo contrario, ella se acerca a mí.

—Me entraron ganas de tomar un helado, ¿sabes algún sitio de aquí al que puedes ir? —me pregunta amablemente.

Asiento.

—Está justo ahí... —ella niega con la cabeza cuando comienzo a señalar la zona.

—Me gustaría que me acompañaras, invito yo —comenta y comienza a avanzar sin esperar respuesta de mi parte.

Cosas de ricos. Que se creen la gran cosa.

Empiezo a andar junto a ella sin otra opción. No hablamos durante el camino, cuando llegamos a una plaza, nos dirigimos a la furgoneta que vende helados. Ella compra uno de vainilla y yo otro de fresa. Después, nos sentamos en un banco cercano.

Ella suspira, antes de abrir esa boca tan grande que tiene.

—¿Cuanto quieres?

La miro confundida.

—¿Perdona? —pregunto.

Aparta su mirada de las vistas, para posar sus ojos fríos en los mios.

—¿Cuánto dinero quieres para dejar a mi hijo en paz?

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Nota de la autora;

Holaa, ¿que tal?

He tardado un poco en actualizar porque no tenía ideas, pero hoy todas se me han acumulado como un tsunami. Se viene, solo puedo decir eso.

Quiero agradecer a la gente que espera pacientemente a que actualice, muchas gracias a todos. También a la gente que se pasa por mis otros libros.

Besos<3

Secret LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora