Capítulo 5

76 16 0
                                    

Intenté no llorar en todo el camino de vuelta a casa. Ian pasaría esa última noche bajo el mismo techo que yo y al otro día se iría. Llegamos al acuerdo de seguir con nuestra relación de amistad. Me había rechazado. Yo no era suficiente para él. No me sorprendió tanto porque nunca lo había visto interesado en alguna mujer. Ni siquiera la chica con la que estuvo platicando el último día de clases. ¿Sería gay? Aunque algo así estaba muy lejos de la realidad.

No me rendiría. Era su mejor amiga y sólo era cuestión de tiempo para que se fijara en mí. Iba a hacer de todo para gustarle. Era mi mejor mi amigo y, por ahora, me conformaba con eso. Él siguió comportándose de la misma forma después de mi confesión. Eso, de cierta forma, tranquilizó mi nerviosismo. Tenía miedo de que cambiara su forma de ser porque ahora sabía que lo veía como algo más, así que eso definitivamente aligeró el peso sobre mis hombros.

Estaba algo triste, no lo podía negar. Ian se iba a ir y mi relación con él no era diferente de cómo empezó. Dolía, pero tenía que continuar mi vida. Me esforzaría más para ser esa chica para él, para que él me viera como una mujer. Ese era mi objetivo, mi plan. Y no desistiría hasta obtener lo que deseaba. Podía llegar a ser muy necia o eso es lo que siempre decía mi madre.

Ian y yo nos despedimos con un gran abrazo y un beso muy cariñoso en la comisura de los labios. Había llorado unas cuantas lágrimas, pero él se encargó de enjugarlas con su palma. Prometió que pronto nos volveríamos a ver y supe que eso sería antes de que comenzara el siguiente año. También me confesó que, aparte de mi familia y de Daniel, nadie más sabía que no regresaría el próximo año y eso me hizo sentir especial; aunque fuera sólo por un momento.

Los días se volvieron semanas. Al poco tiempo supe que Fer y los demás se habían enterado de la partida de Ian. Quisieron consolarme; sin embargo, les dije que estaba bien. Y, en cierta forma, lo estaba. Con cada día que pasaba, lo extrañaba más y más; incluso, me preguntaba qué estaría haciendo en ese momento. Era un cambio muy drástico. Pasaba de estar con él casi 24 horas a nada. Nunca había estado tan lejos de él. Iba a ser el verano más difícil de todos.

Estábamos a finales del verano y paseaba por las calles. Había mantenido mi mente ocupada con libros. No pensaba tanto en Ian de esa forma y me divertía y emocionaba con muchas de las historias.

Estaba cruzando por la calle en la que se encontraba aquel café que había visitado el último día de clases. Por fuera, veía a muchas personas tomando sus cafés o tés, algunos acompañados de algún pedazo de pan y otros tecleando en sus computadoras o teléfonos y, entonces, decidí pasar a tomar otro té. El último había estado delicioso, pero opté por probar de otro sabor.

La fila estaba algo larga. Me situé justo detrás de un par de estudiantes uno o dos años menores que yo. Estaban hablando de muchachos. Al parecer una de ellas deseaba al chico popular de la escuela, pero él tenía novia. Típico, pensé. Dejé de escuchar y centré mi atención en el menú. Leí algunos sabores cuando sentí que unos ojos me observaban. Un extraño estremecimiento me recorrió el cuerpo entero y las manos comenzaron a sudarme.

Me giré lentamente, y con el sudor recorriendo mi rostro, supe que el hombre que se encontraba detrás de mí era el responsable de mi paranoia. Era el mismo muchacho con el que me había topado ahí la última vez. Tenía el cabello más largo y oscuro; sin embargo, sus ojos plateados seguían teniendo ese resplandor azulado en el iris. Brillaban y resaltaban su tez blanca.

─Hola ─saludó sonriente─. Me pareció reconocerte.

─Hola ─le devolví el saludo.

Era un encuentro de lo más extraño, pero, al comprobar quién era, me relajé al instante. Ese hombre seguía siendo un extraño para mí, pero no me sentía nerviosa a su lado. Era un sentimiento que no lograba comprender.

Una noche de baileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora