La semana empezó y lo primero que hicieron Vale y Fer fue atacarme con un montón de preguntas. Se aseguraron de que los muchachos no estuvieran con nosotras al momento del interrogatorio. Lo único que les faltaba era una bolsa de palomitas mientras les relataba lo que había sucedido con Gabrielle. Casi no hicieron comentarios, salvo para hacer una pregunta o dos cuando tenían dudas de cómo habían sucedido las cosas.
─ ¿Qué paso después? ─preguntó Vale muy interesada.
─ ¿Ya no eres virgen? ─preguntó Fer levantando la voz.
─ ¡Me llevó a casa! ¡Sólo eso! ─grité sonrojada.
─No puede ser ─dijo Fer decepcionada─. Esperaba más emoción.
─Fer, déjala. Al menos ahora el chico le va a enseñar ─dijo Vale mirándose las uñas.
Nos quedamos calladas. No podía afirmar eso porque no era cierto, pero tampoco podía negarlo porque volverían a estallar los gritos; así que, me limité a verlas en silencio. Pasaron varios minutos y, cuando ellas se dieron cuenta que no decía nada, reaccionaron.
─Selene, le dijiste, ¿verdad? ─preguntó Fer lentamente.
Me miré las manos. Coloqué un mechón suelto detrás de mí oreja y fijé la mirada en los alrededores.
─Selene ─insistió─. ¿Hablaste con Gabrielle de que querías que te enseñara?
Más silencio.
─ ¡Selene! ─gritó golpeando la mesa.
─ ¡No pude! ─grité sobresaltada─. No le dije nada. No toqué el tema con él.
─ ¡Selene! ─dijo furiosa.
─No encontré la oportunidad. Estaba buscando el momento, pero no pude decírselo. Además...el beso había sido... ─me llevé la mano a los labios y juro que pude sentirlos todavía en los míos ─ . No creí que fuera necesario mencionar algo.
─Tienes que hacerlo, Selene. De lo contrario, él no sabrá lo que quieres.
─Lo sé.
─Entonces, hazlo. No esperes mucho tiempo.
─Lo haré. Lo prometo.
─Sólo así podrás ser la mujer de Ian ─intervino Vale.
La mujer de Ian. Esa era mi meta. Todo esto había empezado por él. Yo lo quería. Ya estaba empezando a sentir las piernas, ahora tenía que mejorar en mis habilidades. Pero había algo que me impedía seguir. Cuando estaba con Gabrielle, estaba con él plenamente. No pensaba en Ian, ni pensaba en el futuro, sólo estaba con él, pero no sabía lo que eso significaba. Había comenzado a emocionarme sabiendo que al día siguiente lo vería de nuevo.
Los primeros dos días no pude decirle nada. De hecho, casi ni hablamos. Me trataba como antes de la cita del viernes. Se comportaba como si nada hubiera pasado entre nosotros. Agradecí eso porque facilitaba mi forma de tratarlo. Pero, al mismo tiempo, no podía evitar sentirme un poco dolida. Él no parecía estar afectado para nada, y la única a la que se le revolvía el estómago cada vez que la tocaba, era yo. Aun así, no habíamos hablado de lo sucedido.
Ese día, mamá había ido por mí. No le había contado mucho de lo que había pasado entre Gabrielle y yo. Me había guardado los detalles para mí, no necesitaba oírlos. Lo peor fue que, después de ese día, habló con él para que pudiera llevarme todos los días a casa. Mi madre inventó una tonta excusa que ni un niño se habría creído. Pero Gabrielle, tan amable como era, asintió con una sonrisa encantadora en los labios. Ahora todos los días, después de la terapia, me traía directo a casa.
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Una noche de baile
RomanceSelene es una chica que cursará el último año de preparatoria y descubre estar enamorada de su mejor amigo, Ian. Pero el destino se interpone entre ellos y Selene sufre un grave accidente que casi termina con su vida. En su recuperación conoce a Gab...