-NO HAY AMOR PARA LOS MUERTOS-

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No hay razón para que el capítulo sea conocido, pero las malas lenguas dicen que su amor por las motos no es normal, así que debe tener la semilla del Khan... pero nadie asegura ni niega nada, y el tampoco confirma nada, aunque fuese Artem quien se lo preguntase.

Así que es un psíquico bastante entrenado, para guardar los secretos del caos, pero aun así todos tenemos un momento donde podemos fallar, una guerra que no puede ser ganada, una batalla con alguna baja ¿qué escarniosa lástima, ser la casualidad y no la estadística? morir ante los ojos de un ángel siniestro, que hambriento de carne fresca toma sus restos para profundos sacrilegios.

Sentia como su cuerpo era arrastrado como un costal por una criatura vil despojada de aparente humanidad y que en su mente nublada solo era un diablo rojo con alas, al cual no lograba canalizar sus poderes para escapar de sus garras.

No hay miedo en la muerte, pero nadie le dijo que no podía tener miedo de evitarla, por culpa de una fuerza mayor. Él solo podía pensar en sus hermanos, quería gritar por más que su garganta estuviera reventada y su mandíbula desencajada, con su piel hecha jirones, sintiendo como sus tripas se escapaban de su cuerpo y su ojo colgaba de las meras venas y arterias. Y aunque pensaba en sus hermanos, en las glorias ganadas, de sus cuencas, se escapó una lágrima atrevida, al sentir que, en ese momento glorioso de morir, ha sido ultrajado. Y que las antiguas glorias no valían nada ante el terror.

Sentía el olor a perfume y entre la conciencia y la neblina oscura, veía la luz en el túnel alejarse de él, había perdido el faro, ¿El Emperador ya no le daba su luz? ¡NO! ¡él aún respiraba, él no había muerto! o eso pensó, al retomar la plena conciencia, y ver su entorno tan estéril como el palacio dorado, solo que carente de luz, nobleza y de grandeza. postrado como un trozo de carne cortada y sangrante, ve con detenimiento a su ángel de la muerte.

Era un quirófano y los espejos en el techo confirmaban su estado, abierto como un filete mariposa, y a su salvador, pregunta "que esperas de mí, muerto debería estar, aunque mis palabras estén llenas de mi sangre, sé que puedes entenderme".

El ángel sangriento se quita la capucha revelando el brillo siniestro de sus 3 ojos mecánicos, y con una sonrisa le habla con ternura, tan dulce que es espeluznante. "Serás útil. Un corazón que lucha sin descanso, merece ser una gran obra"

- ¡No espero la grandeza de tus manos! ¡ni la naturaleza que me ofreces! - Exclama agitando la sangre de su garganta como fuente, aunque se lastimase. "¡no es opcional! ¡aquellos que no son reclamados me pertenecen! ¡tus hermanos de batalla no encontraron más en ti que una baja en el contador! ¡acéptame! y levántate como mío" exclama el mechanicus con sus aterciopeladas palabras. "la gloria nunca paga bien".

Y en profundo ruido mudo, solo se escucha la electricidad de las máquinas y los enfermeros, que con sus siniestras calaveras, miran al inválido recordándole que le debe a la muerte su alma, y aunque su rostro del lado izquierdo está despellejado y mutilado, de la rabia se voltea para tragarse sus lágrimas, no quiere escuchar a la desdicha que le profesan las palabras del hombre de metal.

- "¡Eres libre de ser mío, o ser parte del montón! ¡pero, la muerte en mí nunca es una opción! piensa con precaución, porque soy misericordioso, ¡pero he de decirte que soy recordado por el rencor y la venganza! tienes 48 horas, no vendré antes ni vendré después, será lo justo" - sin tropiezos y con elegancia, el ángel de menuda contextura ya tendría en sus manos la tráquea tan partida como la tiene él, que miserable estar en manos de alguien tan enclenque y ruin.

Y abandonado en el silencio rítmico de las máquinas que respiran y palpitan por él, atrapado en las paredes de su mente, piensa en el valor de su vida y se pregunta si algo más que las batallas valen la pena rememorar, su demacrado rostro se distorsiona por la furia que lo domina, pero, aun así, calcula, considera sus opciones, ¿Qué le queda cuando la dignidad del óbito le ha sido negada? Las máquinas no le darán suficiente vigor para reponerse, pero no por eso le dejarán fallecer. El Emperador no está en su corazón en este momento. Se siente impedido de una última voluntad y desesperado, antes de no ser capaz de controlar ni siquiera el parpadeo de su único ojo bueno, quiere pensar en alguna banalidad, algo que un simple mortal podría imaginar como bueno antes de morir.

El tiempo ha pasado y como un pavorreal adornado, de par en par abre las puertas de la jaula y los enfermeros en sincronía como abejas ante una reina se apartan para convertirse en adornos del camino a la camilla, alzando sus raros apéndices como orejas de liebre. 3 ojos y el convaleciente solo puede enfocarse en 1. - ¿Mío o no? - pregunta el diablo metálico. Y el convaleciente deseaba haber perdido su descomunal nariz en vez de los brazos, solo para no sentir el aliento gélido y mentolado del descarado.


Entre el hastío y la insolencia le pregunta - ¿Por qué deseas mi elección cuando mi destino en tus manos esta sellado? si la gloria no paga bien ¿Cuál es la gloria para ti de mi rebeldía o mi completa obediencia?- asombrado el mechanicus se sienta en la camilla; y aunque algunos pudieron sentir que el peso la hacía ceder ligeramente, nadie ofreció opinión ni gesto, y con dulzura aunque sus dedos fueran navajas afiladas, el herido siente caricia en el contacto " a pesar que fuiste la casualidad, eres digno, tus cualidades, tu mente y tu espíritu merecen la perfección de sus máximos exponentes, solo quiero que tus oraciones, culto, credo y lealtad sean míos!"


- Si así fuera, mi valor lo has determinado por mi fuerza y lealtad, el metal no superará la carne que alguna vez tuve, ni la agilidad de mis nervios o la agilidad de mis reflejos ¡tu obra no es superior a la luz del Emperador que aún hay en mí! los despojos burdos que los tuyos mandan a la guerra son solo basura procesada en masa - escupe conciso, con la mirada salvaje como un huracán.

"¿Burdos? ¿Y en masa? ¡me confundes con tristes sin visión! ¡tú no serás como esas cáscaras miserables de metal barato y munición descartable!" en la emoción no le importa subirse sobre el torso herido, de quien sostiene el rostro con firmeza y fijación, como una araña que clava sus colmillos en su presa, inyectándole su veneno, descargando sus palabras de un pensamiento crítico e iluminado " ¡yo perfeccionaré los defectos que la sangre de los hijos dejó en ti! la velocidad y destreza que un verdadero dios en carne podría soñar, para que la gastes en esas estúpidas guerras en nombre del emperador, aunque yo seré quien gobierne en tu corazón! ¡ACÉPTAME!"

En perturbador silencio, entre miradas que buscan descifrar el alma del otro, el dolido de sus sanguinolentas heridas, piensa, si la voluntad fuera entregada, ¿Qué le garantiza seguir siendo libre? Por lo que escupe sus palabras buscando la muerte, no la esperanza "¿qué garantías tengo yo, de ser lo mismo que soy ahora, en pleno derecho potestad de mi lucidez, la única facultad que me queda? ¿En tu razón y en la mía que alma quedará como resultado?

El mechanicus dispuesto a saciar sus dudas le responde "¿por qué borraría lo que te diferencia? Hay cualidades en el hombre que una lata no puede ofrecer, años de autoformación y crítica, determinación y valores, que no son posibles de encriptar con los más sofisticados sistemas, algo que solo el tiempo, el azar y la voluntad pueden formar.

Escudriñando las palabras, buscando grietas en esa segunda oportunidad, la trampa en esa oropelada propuesta. Inútil, fútil dar con la insidia de la oferta, no sería rebajado, y piensa para sí mismo; "mejor ser dueño de mis pensamientos e ilota del enclenque mechanicus", pues, no importa el dolor, es transicional y le responde en su convalecencia "si rompes los candados escritos en mí, solo para cumplir mi pecado más ruin, hazme tu deber, tu derecho y tu voluntad".

- YES! YESSS! - grita eufórico, complacido, soltando la cabeza del convaleciente sin el menor cuidado de su salud. bajando de la camilla galopante sin importar si rompía lo poco de columna del paciente. y con 2 aplausos, extiende sus brazos para que le sean esterilizados en ácidos y jabones. Que abrumador es el control de la reina sobre sus abejas. 


Reconstrucciones de un Dios - Foto de carácter documentativo.

Reconstrucciones de un Dios - Foto de carácter documentativo

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