- EL DISEÑO PERFECTO -

20 1 0
                                    

Cansado... la más fina de las obras de arte hechas por el gran Emperador, pueden sentirse ¿cansadas? La luz hecha carne ¿Puede entender el cansancio, que ni siquiera el concepto es aplicable a algún aspecto autónomo, físico, emocional, mental o espiritual de dicha obra? O por ser incapaces de perecer por la mortalidad del tiempo ¿se debe desarrollar la misma voluntad imperecedera? ¡No! por sagrada magnificencia no existe el concepto para con uno mismo, en nosotros quienes conformamos la guardia dorada en perpetuo desvelo, debemos proteger al Emperador y cumplir su voluntad más allá de lo concebible, lógico y calculable, porque nosotros somos la mano misma del Emperador y nuestro fracaso mancharía la imagen de él y la de nuestros hermanos. Aun así, cuando mi furia supera el dolor de mis venas reventadas, la fuerza con la que quiebro las filas enemigas es implacable y destruyo al enjambre desde la cabeza hasta la cola con la pura violencia de mis manos, aun así, me siento cansado.

Aunque aparentemente inexpresivo por la falta de rasgos faciales en su rostro, mira con sus 3 ojos robóticos en suma atención el cuerpo mutilado de un hombre, contenido en un tubo de estasis, con signos vitales apenas existentes; Reflexiona, aunque no exclama palabra alguna, no pierde la atención sobre el sujeto, aunque por la espalda se aproximen con pasos poco solemnes, como los brincos de un niño, un gigante de carne y metal.

- ¿Ya se murió? - pregunta burlón el gigante bicéfalo al vigilante mechanicus encapuchado, que aún no desvía la atención del tubo de estasis. - los borregos se reúsan a interrumpirte, pero ¡tengo demasiada curiosidad! ¿Ya se murió? ¿y si se murió, me lo puedo comer? ¡Nunca he comido carne de un Custodes! ¿sabrán a luz de emperador? ¿el Emperador tiene sabor? - sin detener sus palabras casi hablando solo y respondiéndose entre ambas cabezas las dudas o generando más preguntas entre ellas, para el mechanicus aquella conversación se había vuelto irrelevante y un eco un poco molesto para sus oídos. Sin dirigirle mirada o atención, aún dándole la espalda, alzó calmadamente su mano cerrada en puño en señal de atención, pues apenas ambas cabezas vieron el acto, guardaron silencio.

El mechanicus se había volteado y bajado la capucha. Caminado con paso elegante aproximándose ante el descomunal servitor bicéfalo que, en comparación a él, ambas cabezas miraron hacia abajo como si un hombre mirase una hormiga en el piso. Debajo de las ropas del pequeño, un largo brazo se extendió como una víbora que se yergue, el brazo izquierdo del mechanicus, en extensión de su dedo índice y medio para presionar ambas frentes del gigante, como una mofa cariñosa - ¡No se ha muerto Andraz! Y no morirá.

- Maestro, es que ha permanecido aquí encerrado por 1 mes y medio... y no ha iniciado los preparativos para hacerle las modificaciones, además mírelo, ni siquiera está en condiciones para opinar si quiere ser esclavizado o no. Ósea no creo que siquiera pueda ir a tomar el sol o correr una maratón o ganar el próximo torneo de pulsos ¿siquiera le quedan dedos? La única mano que tiene parece un muñón - señala Andraz con ambas manos al hombre en el tubo de estasis.

- Andraz.- quitándole ambos dedos de sus caras, pregunta, exhalando antes un suspiro – ¿estás preocupado por mí o por lo que voy a hacer? Más importante aún ¿cuándo te ha importado mi ausencia o mi labor? - le hace señas para que el gigante de metal y carne lo siga fuera de la instalación. - Bueno, es que mi señor... no ha comido en días... y es preocu- es interrumpido, por una pregunta que lo hace sentir culpable. - ¿cuándo eso les han importado a tus 2 estómagos de forma emocional? - aunque no le dedica mirada mientras caminan por los largos pasillos de bronce oscuro frío y ahumado, siente como ambas cabezas de Andraz se acongojan, hacen una pequeña sonrisa nerviosa y se encorvan un poco al caminar. - bueno... Mi señor, no negaré que me hace feliz, pero... no es bueno para su salud- fue interrumpido de nuevo – mi salud es magnífica - le responde con algo de placer mientras gira los pernos de la enorme puerta de acero frente a ellos, que, en perfecta dentadura, calza en la orientación correcta de la mordida, como un rompecabezas minuciosamente armado, expulsando vapor a presión en el mismo instante en que se abre de par en par.

LIBERTADES DISFORMESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora