CAPÍTULO 23

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UNA BOTELLA DE TEQUILA Y UN BUEN CHISME

NARRADOR OMNISCIENTE

—Entonces ¿Qué chisme me tienes?

—¡¿O sea?! Si no te digo que tengo un chisme ¿no vienes?

Yazza sonrió, puso una mano en la barra y miró con ojos divertidos a Sterling; quien lo miraba con ojos entrecerrados y desconfiados.

—No me tienes ningún chisme ¿Cierto?

—¡Por supuesto que sí! –Yazza se llevó una mano al pecho, haciéndose el dolido–. Solo que, me duele que solo vengas a verme cuando te digo que tengo un chisme.

Sterling bufó.

—He estado muy ocupada, por eso no había podido venir.

—¡Ah, claro! La princesa del infierno está muy ocupada, como para juntarse con sus fieles súbditos.

Sterling rio por la forma en la que Yazza se expresó.

Yazza Crowley; demonio de bajo rango, dueño de un bar en donde humanos, demonios y alguno que otro ángel caído; los que vivían en Cooperstown, iban a pasar el rato. Yazza, a pesar de ser un demonio perteneciente a uno de los rangos más bajos de la jerarquía infernal, se había vuelto gran amigo de su princesa. Sterling confiaba en él, así como confiaba en Alec.

Yazza se volvió un chico muy liberal; a diferencia de cuando era humano, el convertirse en demonio no lo cambió, solo lo mejoró, pues ya no sentía la necesidad de ocultar su verdadera forma de ser, era por eso que, disfrutaba la vida al máximo, sus ojos azules llevaban un delineado muy llamativo de colores; el cual jamás hubiera podido usar cuando era humano, pues en la época en la que vivió, había muchos estereotipos y homofobia, ahora siendo demonio, se vestía y se maquillaba como le daba su gana, su cabello; naturalmente rubio, lo tenía teñido de rosa, sus uñas estaban pintadas de negro y sus ropas de cuero lo hacían ver muy sexy, Yazza era un deleite para la vista, tanto como para los hombres como para las mujeres, la seguridad y confianza que transmitía era envidiada por muchos.

Sterling notó como Yazza se rio por el comentario que él mismo hizo, ella solamente negó con la cabeza y sonrió.

—Ya sabes –comentó Sterling restándole importancia–. Una vez al mes tengo que bajar del trono para convivir con la plebe –bromeó.

Yazza se rio y se llevó una mano al corazón.

—¡Auch, perra! ¡Me dijiste plebe! –ambos rieron–. Bueno, en fin, antes de iniciar con los chismes ¿Quieres algo de beber, Ster?

—¿Qué me ofreces?

Él sonrió con malicia.

—Te ofrecería ese vinito de amapolas que tanto te gusta, pero –suspiró–, desgraciadamente aquí solo tenemos alcohol común y corriente que solo toma la plebe –sonrió de lado–. Un tequila, eso te ofrezco.

Sterling alzó una ceja.

—¿Tequila? ¿En serio? ¿No tenías algo mejor?

—Sí, pero el tequila es el único alcohol que no me duele dar gratis.

—Si ese era el problema para ofrecerme, aunque sea un whisky, me lo hubieras dicho, el dinero no es problema, te podría pagar cualquier botella.

—¡Nah! Me gusta consentirte, nena. No me importaría darte toda mi mercancía de licor con tal de hacerte sonreír.

Sterling sonrió ante ese comentario, por otro lado, Yazza se encogió de hombros.

—Además, el tequila es bueno para aligerar el ambiente, muchos humanos lo consideran su ambrosía y tú necesitas un poco de esta delicia mexicana –se acercó a ella–, porque honestamente, te noto cansada y estresada.

LA REINA INFERNAL (Una lucha de poder)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora