Un collar

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En el mundo hay circunstancias en las que las decisiones que tomamos son para los beneficios de la siguiente generación, en otros no son más que una absurda manera de demostrar cierto grado de incompetencia como progenitores.

Y vaya que algunos padres son idiotas.

— ¿Que es eso? — Aquella mirada oscura estaba puesta en una pequeña caja sobre la cama de Enid, mientras esta misma terminaba de acomodar sus peluches en una perfecta pirámide, Merlina no entendía del todo lo que estaba viendo  — ¿Es un collar?.

— Mis padres lo enviaron hace meses, el camión del correo tuvo problemas y apenas lo están entregando hoy — Terminó de armar su montaña de peluches, con el escorpión de Merlina en la cima junto a su peluche de oso favorito, como si fueran los reyes de esa montaña de ¿Cadáveres?.

— ¿Vas a usarlo? — En su voz se notaban rastros de decepción, miró a la rubia entrar en la cama mientras colocaba la pequeña caja en la mesita de noche, dando unas ligeras palmadas a su lado para indicarle a Merlina que entrara con ella — Pensé que ya les habías dicho que tenías Alfa — Merlina levanto las sábanas para entrar en la cama.

— Pues les conté a mis hermanos mayores esperando que me ayudarán a dar la noticia pero al parecer nunca les dijeron nada a mis padres — A penas su cuerpo tocó el colchón, los brazos de Enid se aferran a su cintura, sin siquiera dejarla acomodarse en la cama, hundiendo su rostro en el suéter de rayas blancas y negras de Merlina  — En una semana será el día de reunión familiar, puede ser mi oportunidad de decirle a mis padres que soy tú Omega.

— ¿No prefieres que lo haga yo? Creo que el Alfa debería tomar la responsabilidad en este asunto — Acarició su cabello, acurrucando más a Enid en su pecho.

— Recuerda que no nos volvimos pareja de manera normal, ni siquiera me cortejaste — Merlina interrumpió bruscamente la excusa que estaba por decir Enid.

— Aunque así fuera, somos novias, y como tal, es mi deber estar ahí — Levantó el mentón de la rubia, para plantar un nervioso beso en su mejilla, sonrojándose ferozmente por lo que acababa de decir.

La palabra “Novias” casi parecía un tabú para su vocabulario.

Enid se dejó llevar por aquella chica que buscaba calmar sus nervios besando su rostro, repartiendo besos por cada centímetro de piel.

— Deberías usarlo, hasta que conversemos con tus padres — Fue su respuesta, detenido los mimos en la rubia.

— ¿Quieres que los use? Leí que a los Alfas no les gusta que cubran la marca.

— ¿Es así? No le veo importancia, hay muchas formas de saber que eres mi Omega.

— Creí que te importaría — Susurró Enid, sus ojos perdieron el brillo, mirándose decepcionada de aquellas palabras — Para un Alfa no hay peor humillación que ver a su Omega cubrir la marca.

Y en eso no se equivocaba, los Alfas eran seres de gran orgullo y valentía, así como temor e inseguridad cuando se trataba de su pareja o de sus propias capacidades para formar una manada. El que su Omega cubriera la marca del lazo, aún más, que lo haga su luna, se sentía igual a la peor traición.

— Como te dije... — Merlina se dió la vuelta encima de ella, con sus rostros tan cerca que sus narices se tocaban, la nueva posición dejó a Enid con el peso corporal de Merlina sobre el suyo, impidiendo su movimiento — Hay muchas formas de saber que eres mía.

Sus labios se rozaron, con la respiración de Enid acelerarse por la cercanía y su mano tomar el mentón de la morena para forzar ella el beso, para nada sorprendida con su reacción, Merlina correspondió este, el sonido de su piel ser chupada por los labios de la Omega era agradable, llevando su mano debajo de la camisa de Enid y acariciando su cálida piel, un gemido ronco murió entre besos al apretar su seno, con la lengua de Enid acariciar la comisura de sus labios para que la dejara entrar en su boca.

Mía 🖤 WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora