El resto del viaje transcurrió sin novedad, si es que así puede llamarse a cabalgar veinticinco kilómetros por un territorio agreste, de noche, rodeada de escoceses armados hasta los dientes y compartiendo el caballo con un hombre herido. Por lo menos, no hubo ninguna emboscada de patrullas, no nos topamos con ninguna bestia salvaje ni llovió.
Según los parámetros a los que me estaba acostumbrando, fue bastante aburrido.
El amanecer despuntaba sobre el brumoso páramo. Nuestro destino se levantaba delante de nosotros. Era una enorme masa de piedra oscura recortada en la penumbra gris. Los alrededores ya no eran tranquilos e inhóspitos. Una hilera de gente con ropa rudimentaria se dirigía al castillo. Se apartaban para dar paso a los caballos, boquiabiertos ante mí atuendo, que obviamente consideraban fuera de lugar. Tanto como yo me sentía.
El rocío era denso, pero había suficiente luz como para distinguir un puente de piedra sobre el pequeño arroyo que fluía frente al castillo y desembocaba en un sombrío lago a unos cuatrocientos metros de distancia. El propio castillo era tosco y sólido. No tenía barrotes decorativos ni rebordes dentados. Se trataba más bien de una enorme casa fortificada, con gruesas paredes de roca y ventanas altas. Los portones de entrada eran lo bastante anchos como para que pasaran dos carros al mismo tiempo.
Esto pude comprobarlo cuando cruzamos el puente.
Nuestro grupo se aglopó en el puente, impaciente ante la tardanza de unos carros. Intenté preguntar algo en el momento en que los caballos avanzaban con cuidado sobre las piedras resbaladizas del húmedo patio interior. No había hablado con mi acompañante desde que le cambié el vendaje junto al camino. Él también había permanecido callado, con excepción de algún gruñido cuando el caballo trastabillaba y lo sacudía.
—¿Dónde estamos?—mascullé con la voz ronca por el frío y la falta de uso.
—En el fuerte de Leoch.
¡Por supuesto!
El castillo Leoch. Había estado aquí con Peter, mi hermana y Frank dos o tres días atrás. ¿O era en el futuro? ¿Cómo podía recordar algo que todavía no había pasado? Hasta ahora, me habían atacado, secuestrado y casi...violado. Y sin embargo, sabía que mi viaje apenas había comenzado.
Cuando entramos al castillo lo primero que vi fue a los cerdos hozando bajo las paredes, y pude sentir el olor penetrante de aguas residuales. Estaba comenzando a aceptar la imposible idea de que me encontraba en algún punto del siglo dieciocho. Estaba segura de que esta suciedad y caos no existían en ninguna parte de Escocia en 1945, más allá de los estragos de las bombas. Y era indudable que estábamos en Escocia. El acento de las personas que poblaban el patio lo confirmaba.
Jamie tiró de las riendas y el caballo se detuvo, Murtagh se acercó a nosotros y me ayudó a bajar, cosa que agradecí mentalmente pues mis piernas estaban algo entumecidas. Extrañaba los autos. Esto de andar a caballo no me gusta, no soy buena jinete. Necesitaba de alguna manera que estás personas me ayudarán, porque en el fondo de mi corazón sabía que no encontraría mi camino de regreso a casa si no lo hacía.
ESTÁS LEYENDO
Limerence // Outlander
FanfictieCaroline Beauchamp es invitada por su hermana mayor a pasar unos cuantos días junto a ella y su -insoportable- esposo, a Escocia; las Tierras Altas. Aburrida, sin más que hacer, decide aceptar viajar con la pareja, sin saber lo que él caprichoso des...