53. Nacer En Prisión

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Pasó un mes más. El comisario ahora se arrepentía de haber tardado tanto en liberar a Andy de esa investigación tan controvertida.

No solo Amaro, Eduardo y hasta Leonardo estaban sueltos. Ahora recién después de seis meses de tener a la joven entre rejas, es que se daba cuenta que un negocio muy lucrativo debían tener esos tipos. Si no cómo era posible que compraran a todo el mundo y se concertaran para escapar estando incluso en lugares distintos.

Claro que ahora era más que probable, que le tendieron con esos mismos recursos una trampa a Andy. Y la investigación debía partir de nuevo de esa base. Recursos reales para mandarla a secuestrar con el fin de incriminarla, para eso si tenían motivos más que claros. Venganza contra los Beltrán por encerrarlos, y que mejor que hundir a la menor de las hijas.

Que fuera hija de Amaro no significaba nada, ya que Andy ayudó a que éste no tuviera a la mujer que deseaba. Después de todo, debía reconocer que Andy tenía razón. Pero quizás ya era muy tarde para arrepentirse, la mente de la joven no parecía levantarse de la depresión. Pese a que iba a diario a verla un psiquiatra, lo que pasaba es que tras las palabras de la doctora falta de ética, Andy ya no les tenía confianza.

La psiquiatra se hallaba tras las rejas. Después que se supo todo lo que le había dicho a Andy para terminar de quebrar su espíritu. La policía determinó que aprovechó sus conocimientos en psicología para atormentar a la joven hasta derrumbarla.

Y el comisario terminó de entender el porqué de esa saña contra la joven. Cuando Leonardo huyó, y la encontraron a ella, desnuda, atada a la cama y con un consolador metido en su intimidad. Y a un costado de su cama, el dispositivo que debía llevar Leonardo.

La policía se fue en picada contra la junta de médicos, que de tan buena gana sacaron a Leonardo de su celda y le permitieron refugiarse en el sanatorio. Todos estaban bajo investigación y sumario. Querían saber si acaso alguno además de la doctora estaba coludido con los prófugos.

El comisario con culpa miraba a Andy, después de la visita de la doctora entendía por fin, por qué se había dado por vencida.

No era tan duro caer quizás siendo inocente en prisión, si no el no volver a tener nunca más a su bebé en sus brazos.

Llamó a Daniel para que la visitara más seguido, pero ella ni lo miraba.

Con Dante apenas cruzaba algunas palabras. Más que nada de agradecimiento.

Le recordaban que al menos debía comer por su bebé. Pero ella aun embarazada ya no tenía apetito. Y la burocracia no hacía más que alargar el proceso para que Andy fuera puesta en libertad. Para trasladarla a un lugar más seguro.

Y un día llegó Max. Dudaban si dejarle entrar, debido a su parentesco con Leonardo. Pero este le aclaró que le había colaborado mucho en la fusión, que trabajaron sin problemas juntos. Y que podía preguntarle a Andy si deseaba verlo.

Andy aceptó la visita de Max. Después de todo, nunca tuvo problemas con él.

Max le llevó chocolates y varias cosas para entretenerse, como libros y revistas. Y una radio para escuchar música, que casi desarman para ver que no trajera nada extraño.

—Andy, te ves tan preocupada. Dime que puedo hacer por ti por favor. — dijo Max.

—Decirme cuales son los negocios turbios de tu papá. — susurró Andy sin ganas.

Y llegó el turno de Max de vengarse de sus tíos. Que al momento de elegir al CEO de la antigua empresa Santibáñez, lo desecharon a él, eligiendo a Daniel.

—Estuviste buscando en los archivos de la empresa que era de mi familia ¿verdad? — preguntó Max, pero Andy no dijo nada, en sus ojos muertos no había ninguna expresión.

Enemiga del CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora