26. Vida y Muerte

151 8 2
                                    

El avión donde iba Andy y sus hermanas estaba a tres horas de llegar a su destino, mientras ellas dormían plácidamente en sus cómodas camas.

La asistente de vuelo las despertó para que tuvieran tiempo a ducharse y cambiarse de ropa antes de aterrizar.

Las hermanas llegaban de día a su nuevo hogar, mientras en la ciudad que dejaron reinaba la noche y las tinieblas de muerte.

Mientras tanto, el cártel con un gran número de hombres, todos armados, se acercaba al enorme terreno en donde estaban las lujosas casas de los hijos de Amaro.

Era alrededor de las tres de la mañana, y sigilosamente saltaron el cerco y provocaron un corto circuito en el motór que abría el enorme portón de entrada al terreno. Luego todos los vehículos entraron lentamente, cuidando de no hacer ruido.

Se dividieron en dos grupos. Y el tío de Carlos dijo.

—Ustedes vayan a la de atrás que es donde vive la hermana, diviértanse con la tipa y graben todo, luego los matan. No dejen a nadie vivo, y mucho cuidado con las huellas. También dejen destruido su sistema de cámaras como ya saben. ¿me oyeron?

—Si jefe — y se fueron con vehículos y armas hasta la casa de atrás.

En la casa del frente donde vivía el hijo de Amaro, en el cual estaban todas las esperanzas que heredara y se hiciera cargo de la empresa, entraron los narcos. Ellos también tenían delincuentes que se especializaban en entrar por la fuerza a las casas y apagar rápido las alarmas.

El ruido de sus autos en la propiedad no pudo ser detectado a tiempo por los hijos de Amaro, ya que la aislación del ruido externo, en momentos normales les daba paz. Pero ahora, fue la trampa que les impidió darse cuenta a tiempo, que asesinos invadieron su hogar.

Si bien la alarma no generó una alerta a la compañía de seguridad, si despertó al hijo de Amaro quien en su cuarto le dijo a su esposa.

—Escuché unos ruidos abajo, quédate en silencio aquí, si oyes algún grito llama de inmediato a la policía.

—Está bien, pero ten cuidado. — dijo ella asustada.

El joven que tenía dos años más que Bárbara bajó en la oscuridad lentamente al primer piso, para ver si había alguien.

Los delincuentes lo esperaban escondidos en la penumbra.

Cuando el joven terminó de bajar la escalera y fue a ver el tablero del sistema de alarmas se dio cuenta que algo no andaba bien. Pues se veía dañado e intentó correr escalera arriba para gritar que su esposa cerrara la puerta, pero fue rápidamente noqueado por un golpe certero en la cabeza.

Cuando despertó, estaba completamente amarrado y amordazado, sentado en el sillón al lado de su cama matrimonial.

Y su habitación estaba llena de delincuentes encapuchados.

Solo miraba con horror que tenían a su esposa desnuda atada en la cama, e igual de amordazada que él. Los delincuentes tenían armas y algunos grababan con sus teléfonos la escena.

Enfocaban primeros planos, de los gritos silenciados de horror de su esposa, y como las lágrimas salían como ríos de terror por sus ojos.

Y el tío de Carlos habló al hijo de Amaro en un tono frío como la misma muerte.

—Tu padre tiene una deuda de siete muertos conmigo. El cobro de esa deuda comienza ahora.

Terminó de hablar, y todos los delincuentes que estaban ahí procedieron a golpear y abusar de su esposa en frente de sus ojos. Él no podía hacer más que ahogar sus gritos de furia e impotencia, por no poder ayudar a su esposa. Quien fue martirizada tan bestialmente, que tras un rato, se vieron sus ojos mirando al techo completamente desorbitados, hasta que perdió la consciencia. Tras ello, le descargaron varios balazos a su cuerpo desnudo y herido.

Enemiga del CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora