Capítulo 28

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Esa tarde se reunieron todos en el salón para ver donde podría estar la Espada mata Dioses en el Inframundo. Kholton demostró que se conocía aquel lugar como la palma de su mano. Según les había contado él había sido el que más habilidades poseía de su familia, pues ni su padre ni su abuelo tenían la habilidad de conocer el Inframundo tan bien, ni la habilidad de la lucha. Sí que poseían un cierto sentido para intuir a las personas, pero hasta que él no había nacido, la branca dorada de Eneas no había sido vuelta a ver, esta vez apareció como una marca en su muñeca derecha. Antiguamente había sido un artilugio que Eneas usó para poder adentrarse en el Inframundo y él era el único que la poseía, por eso creía que su misión era ayudar a Scarlett a toda costa, como Apolo había visto en una visión.

En cuanto Kholton dijo aquello, todos miraron a Apolo preguntándose porqué el Dios del sol no había dicho nada al respecto y como él lo podía saber.

—Ya os he dicho que mis visiones no son nunca del todo certeras, no sabía si nos podíamos fiar de él —se excusó Apolo encogiéndose de hombros.

—Hermano, lo has hecho por él, por Ares. Él no querría que lo hiciera, pero tiene que ir, es su cometido. —Lo entendió Artemis.

—¿Y tú cómo lo has sabido? —preguntó Apolo ignorando a su hermana y desviando la atención de él y posándola en el descendiente de Eneas.

—No soy idiota, si tú no supieras con certeza que yo era el único que iba a ayudar a Scarlett, no estaría aquí, por lo tanto me has tenido que ver venir. Además conociéndola lo poco que la conozco sé que iría sin mi si fuera preciso, así que has aceptado que la acompañe porque sabes que le pudo ser de ayuda. —Sonrió complaciente por sus razonamientos certeros mientras se cruzaba de brazos y se estiraba hacia atrás en el sofá, al lado de Scarlett.

—No vayas de listillo, solo eres un descendiente, no te creas gran cosa. —Lo amenazó Apolo y Kholton le dedicó una sonrisa que lejos estaba de ser sincera y amable.

—Eh, tranquilitos los dos, no quiero peleas —se cabreó Scarlett. Entendía que Apolo le hubiera hecho la promesa a Ares de protegerla y cuidar de ella, pero tenía que ser consciente de que la humanidad era más importante que ella y que si tenía que bajar al Inframundo y enfrentarse de nuevo a Zeus, lo haría.

Kholton levantó las manos como diciendo que él no estaba peleando, pero las miradas de ambos no decían eso exactamente. <<Genial, lo único que me faltaba, una pelea de machos alfa>>, suspiró Scarlett. Dafne, sentada en frente de ella y al lado de Apolo, posó una mano sobre el brazo de este, consiguiendo que la mirara y relajara sus facciones. Ella negó con la cabeza y Apolo volvió su mirada hacia Scarlett pidiendo perdón, pero el Dios era tan orgulloso que no iba a decirlo delante de Kholton.

—Bueno, pues el plan es este. —Volvió al tema Kholton—. Scarlett cree que la espada está en un lugar arenoso y con desierto, por lo tanto tiene que ser un lugar alejado de los cuatro ríos del Inframundo. Lo que nos queda el Valle del Lamento, cerca del Palacio de Hades o el Tártaro.

Dafne se quedó pensativa mirando el mapa del Inframundo que Kholton había improvisado.

—Y no podría ser que ¿la Espada estuviera cerca del río Leteo? Sé que has dicho desierto, pero si alguien hubiera adivinado dónde estaba tendríamos alguna pista, pero si está escondida en un lugar del que todo el mundo sale olvidando todo lo anterior...

—Sí, pero eso no nos afecta a los Dioses —explicó Artemis.

—¿Pero cuántos de vosotros habéis ido allí? —preguntó Scott sabiendo a qué se refería Dafne.

—Ninguno, nosotros no bebemos del Leteo para olvidar —respondió Artemis viendo por donde iban Scott y Dafne.

—¿Pero entonces mis sueños? Aunque solo recuerdo caminar por un desierto, la Espada no estaba allí, creo, ahora no lo sé —dudó Scarlett y la misteriosa frase vino a su mente una vez más: "Nada es lo que parece. El bueno no es tan bueno y el malo no es tan malo"—. Nada es lo que parece...—susurró inaudible para los demás—. ¿Sabemos cómo es el paisaje del Leteo? —Miró a Kholton.

El escudo de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora