Capítulo 14

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Ares seguía sin comprender qué le pasaba con Scarlett, porqué se comportaba así con ella y porqué respondía de esta manera su cuerpo a ella. Solo era una maldita humana, al menos aparentemente, porque después de todo aquello sabían que era descendiente de un Dios, seguramente no importaba pues podría tratarse de la octogésima generación de ese Dios, aun así... ¿Quién? Sus destinos estaban ligados y ella era su fuente de energía, además de ser el Escudo, lo que implicaba que tenía que morir para darle su fuerza. No sabía cómo, pero no iba a permitirlo de ninguna de las maneras.

Cuando Apolo tuvo la visión de que Afrodita iría a por Scarlett y al fin tomó la decisión de contarle todo lo referente a los planes de Zeus, sintió un miedo atroz por ella, necesitaba asegurarse de que estuviera bien. Cuando llegaron y la vio saltar por los aires... pudo jurar que su corazón se había parado. Reaccionó casi al instante, saltó y la cogió en el aire. Recordaba que había algo envolviéndola, como una capa que la protegía de los cristales y del golpe. Eso tendría que averiguar qué demonios era. No solo tenía que soportar lo de la profecía y que Zeus la quisiera muerta, sino que también, por su culpa Afrodita la había atacado y se había llevado a su madre. Aquella loca no superaría nunca lo suyo ¿o qué? ¿O había algo más? Se sentía completamente culpable de todos los males de Scarlett.

Poco a poco ella se acercó más a él hasta posar su cara en su pecho y depositar sus delgados brazos alrededor de su cintura. Él la envolvió entre sus brazos y sintió esa unión que tenían. Scarlett sollozó y él se sintió el ser más miserable del mundo, y mira que había tenido ocasiones para sentirse así. Su cuerpo reaccionó a su olor a fresas y su cercanía; sintió unas imperiosas ganas de protegerla, de mantenerla bajo sus brazos para que no sufriera nunca más.

Entonces lo entendió todo, la única forma en la que Afrodita hubiera sabido algo... era por Zeus, él había sido quien puso al tanto a Afrodita sobre Scarlett para que ella se ocupara de hacer el trabajo sucio, y quitar a Scarlett del medio. Sin el Escudo de los Dioses, él tenía el campo libre.

—Siento mucho todo esto Scarlett, te devolveré a tu madre aunque sea lo último que haga. —Y lo dijo de verdad, no sabía cómo, pero Scarlett realmente le importaba, y mucho.

Ella alzó su preciosa mirada llorosa de color miel hacia él y fue consciente de que sus propios ojos empezaron a brillar más cuando recordó uno de esos momentos en los que ella se había corrido en su mano y lo había mirado con deseo y otra cosa que no quería ponerle nombre ¡Dioses, era preciosa! Pero no podía volver a llegar a ese extremo, no pensaba quitarle la vida de esa forma.

—Gracias. —Pero rápidamente ella se apartó de él, dejándole vacío. Necesitaba sostenerla unos minutos más..., pero entendía que en ese momento le tuviese miedo, e incluso asco. Era el Dios de la guerra ¿Qué podía esperar a parte de rechazo?

—¿Está bien Anne? —preguntó Dafne confusa.

Entonces Scarlett con lágrimas en los ojos les contó lo ocurrido en su casa. Como había aparecido Afrodita haciéndose pasar por una amiga de su madre llamada Miranda y como por la noche la había abordado e insistido para que matara a su madre. El momento en el que apareció Equidna y como salió despedida por los aires. Tanto Ares como Apolo se asombraron de que ella fuera inmune a sus poderes, pues Afrodita y Eros tenían los dones de hipnotismo más fuertes que cualquier otro Dios.

—Ahora que me acuerdo... Afrodita ha nombrado a su hijo, dijo que él le había dicho que yo era inmune a los poderes y que me tenía aprecio... Y antes de venirme al pueblo... Sean me avisó de que me alejara de vosotros, que corría peligro y dijo algo de que yo era inmune a su poder, que había intentado alejarme... —Ares vio que se sonrojaba mientras lo miraba a él—. De ti. Que me alejara de Ares ¿Creéis que puede tratarse de... Eros?

El escudo de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora