Capítulo 26

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—Te dije que vendría a por ti, agápi —susurró Ares aguantando el dolor de su espalda calcinada. Estaba arrodillado ante ella protegiéndola con su cuerpo de los ataques de Zeus. No sabía ni como estaba hablando ni cómo podía mantenerse arrodillado, otro en su lugar estaría muerto. Scarlett se lo quedó mirando con los ojos muy abiertos, estaba sorprendida y paralizada de pánico.

Una vez más alguien al que amaba se había sacrificado por ella, vio de reojo el cuerpo inerte y calcinado de su madre y el dolor la invadió, todo esto era por su culpa, su madre estaba muerta, era demasiado doloroso. Su muerte no habría servido de nada porque se estaba muriendo, lo sentía, no tenía sentido que Ares también se sacrificara por ella, pues ya no había remedio.

—¡Ares, no!—Lloró poniéndose de rodillas ante él usando las pocas fuerzas que le quedaban mientras la culpa no paraba de perseguirla, primero su madre y después Ares, esto era la peor de las pesadillas.

Ares gruñó de dolor, su espalda estaba en carne viva y aunque era un Dios no tenía el aura divina ni la invulnerabilidad, podría morir.

—¿Qué has hecho? ¿Por qué? No, por favor, tú también no. —Lloró con un dolor en el corazón y en el pecho que no le permitía respirar; la vista se le nublaba y se sentía mareada. Ares la abrazó aun con todo el dolor que sentía en la espalda, ella apoyó sus manos en su pecho.

—No pasa nada, no llores. Si alguien se merece que yo muera por él, esa eres tú, estoy cansado de vivir así y si de todas formas no puedo tenerte, esta es la mejor solución, bésame y te traspasaré mi energía, ahora que estas completa sabrás como —le dijo demasiado calmado para lo que estaba sufriendo.

—¿Cómo puedes decir eso? No merezco que nadie muera por mí, por favor dime que puedo hacer para salvarte —suplicó.

—No puedes y no quiero que lo hagas, créeme sin mí estaréis mejor.

—¡No, yo no estaré mejor!—Lloró y le dio un dulce beso en los labios, largo pero sentido—. Te amo...—susurró.

—Mi dulce agápi... ojalá te hubiera conocido antes y en otras circunstancias. Te amo.

—No, no lo digas como despedida, no lo hagas. —Las lágrimas no dejaban de caer por su rostro. Sus mejillas estaban encendidas por la declaración tan dolorosa pero esperada de Ares. Él le limpió las lágrimas con gesto de dolor en la cara.

—¡Conmovedor! —Aplaudió Zeus a su espalda—. Nunca pensé que esto llegara a pasar, ahora vas a morir por una humana. —Rio Zeus—. Que cruel el destino, pues moriréis los dos juntos, como Romeo y Julieta. —Rio por su broma.

—¡Eres un hijo de puta, Zeus! —le gritó a penas sin poder moverse, sosteniendo a Scarlett, protegiéndola con su cuerpo. El Dios del trueno le lanzó otro rayo impidiendo que se moviera.

—¡Ares! ¡Basta!—suplicó Scarlett con lágrimas cayéndole por el rostro, no podía soportarlo ver así.

—No dejaré que muras, te lo juro —musitó él.

—No...

De repente una luz cegadora dorada envolvió a Ares, Scarlett pensó que se hacía más alto y más brillante. Cuando pudo mirarlo, vio que su cuerpo brillaba, su piel había adquirido un tono dorado fascinante, como el de Apolo, Zeus y Eros, su aura divina había vuelto y su herida se curó de inmediato.

—No puede ser...—susurró Zeus. Ares sonrió de medio lado mientras se ponía en pie y encaraba a Zeus. Scarlett sentía que poco a poco sus ojos se cerraban y no podría aguantar ni un minuto más despierta, su tiempo se estaba agotando.

—Lo juraste por la Laguna Estigia, si yo lograba empatizar con un humano y estuviera dispuesto a sacrificarme por él, mi aura divina se me devolvería. —Oyó decir de fondo a Ares, pero sus sentidos estaban fallando... cayó al suelo.

El escudo de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora