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Max:

— Bueno, aquí tienes ropa, seguramente te quede grande pero no creo que tu estadía aquí pase de esta noche, creo que con eso estará bien, no? — dije sin prestarle atención aún, cuando de pronto alcé la vista y mi mirada cayó en semejante mujer.

Después de esa ducha ella se veía... hermosa? Esa piel canela, su pelo tan largo callendo después de su cintura húmedo todavía, sus labios entre abiertos carnosos y rosaditos...

Como se sentiría perder el control y lanzarme a ella para quitarle la bata de baño que trae puesta y hacerla gemir hasta que sus piernas tiemblen y...

— Ey! — desperté a la realidad al escuchar su voz.

Controla las hormonas chico

— Me darás la ropa o no? — levantó una ceja y cruzó los brazos sobre su busto haciendo que con el gesto el albornoz se corriera un poco dándome una perfecta vista del inicio de sus tetas.

No deberías hacer eso princesa, no tienes ni idea de todas las cosas que le pueden pasar a una mente tan podrida como la mía — pensé.

— Por supuesto — le ofrecí con la mano tendida.

Ella se acercó y cuando estaba a punto de tomarla, la retiré del frente llevándola arriba donde no pudiera alcanzarla, la confusión se plasmó en su rostro.

— Cuando lo pidas como se debe malcriada — la sonrisa de suficiencia que se formó en mi cara no tenía precio.

— ¿Tienes que estar jodiendo no? — levantó el brazo para tomarla y volví a alejarla — Que me lo des coño! — golpeó mi pecho como una niña chiquita con rabieta.

— Esas no son formas malcriada  — sus ojos ámbar conectaron con los míos en busca de piedad, si no hubiese sido porque esperaba más de ella me ubiesen convencido al instante.

— Lo siento fue mi error — su cara pareció arrepentida aunque no me convenció del todo — Debí ser más educada —  se acercó un poco más cortando todo el espacio que había entre nosotros y ubicó su mano en el costado de mi cara, la tibieza de su palma hizo contacto con mi piel y sentí como mi cuerpo se erizaba con el roze. Otra vez nuestras miradas volvieron a chocar en unos instantes que parecían eternos hasta que se relamió los labios y me perdí en ese momento, estábamos tan cerca que podía oír su respiración, nada me impedía que pudiera probarla, cerré los ojos para besarla y no llegué a sentir sus labios cuando una ola de dolor enorme me invadió la entrepierna nublándome los sentidos, las náuseas me hicieron caer de rodillas soltando lo que traía en la mano para sujetarme la zona afectada.

— ¿Pero que cojones? — gemí de dolor mirándola desde mi posición en el suelo.

¿Enserio que me había dado un rodillazo en los huevos? Está loca maldita perra!!

— Gracias — sonrió ingenua recogiendo la ropa, metiéndose con ella al baño.

Yo solo pude pararme para ir a buscar algo en la nevera con que quitarme el puto dolor.

Eso te pasa por estar jugando con quién no debes Maxito — ya no sé si reírme o llorar.

La puerta del baño se volvió a abrir mostrándome una Emma con pantalones de pijama de hombre y una camiseta oscura que terminaba en el inicio de sus muslos. No importa que estuviera mojada y sucia, no importa que estuviera vestida con mi ropa de dormir, es que ni siquiera me importa que posiblemente me haya dejado sin posibles herederos, de todas formas me seguía pareciendo una chica demasiado guapa. Ni siquiera me miró y pasó de largo a sentarse en el sofá dónde empezó a teclear números en el teléfono cómo si estuviera en su casa.

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