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Emma:

Angel se subió al auto, más que tenso sin mencionar una palabra. Salió del parqueo rumbo a la carretera. La noche había caído prácticamente. El silencio que había me estaba volviendo loca, prefería que me gritara, que me insultara pero que no se quedara callado, eso era desesperante y aterrador. No despegaba la vista de la carretera para mirarme. No pude aguantar más e intenté romper el silencio.

— Angel...yo... — intenté empezar pero el auto de pronto frenó en seco, si no hubiese traído cinturón hubiera estrellado mi frente con el cristal delantero.

Bajó del auto y le dió un tirón a la puerta que hizo todo mi cuerpo estremecerse. Se había detenido en la carretera vacía, enfrente de un precipicio. Al salir trás él el aire frío de la noche me golpeó sin compasión pero no me importó y lo jalé del brazo quedando de frente a mí.

— Escúchame lo que tengo que decirte por favor — supliqué.

— No quiero oír nada de lo que tengan que decir tus asquerosos labios de ramera — sus palabras dolieron como no se imagina.

— No tienes derecho a hablarme de ese modo, yo...

— Ahh porque ahora la señorita se ofende, estoy seguro que cuando te quedaste en la cama de ese idiota te encantó que te dijera lo perra y sucia que eres, y te abriste de patas enseguida, ¿A qué sí?

No podía creerme lo que estaba escuchando.

— Las cosas no pasaron así, no sabes lo que dices, si tú me hubieras ido a buscar... — intenté explicarme pero me volvió a cortar.

— ¿Estás diciendo que es mi culpa que te fueras de puta con el primero que pasa? — ironizó.

— No te voy a permitir que me vuelvas a insultar, me oíste — amenacé con lágrimas en los ojos ya cansada.

— A ver explícame una cosa, ¿Cómo pagaste tu estadía en su casa esa noche, digo si fue solo esa?

— ¡¿Qué diablos estás diciendo?! — empecé a levantar la voz al ver que él también lo hacía.

— ¡¿Ya habías estado ahí otras veces?!

— Estás loco ¡¿Acaso no te escuchas!? — la ira se estaba apoderando de mí.

— ¿Lo disfrutaste?, dime ¡¡¡¡¿Lo disfrutaste?!!!! — gritó estérico y me apretaba muy fuerte del brazo al punto de hacerme daño.

Esta fue la gota que derramó el vaso

Me solté de su agarré ya tan loca como él y con una sonrisa chantajista en mi cara le dije...

— No tienes ni idea de lo mucho que lo disfruté, me folló como no te puedes imaginar, fue absolutamente delici...— el impacto de su mano en mi rostro me hizo caer al suelo, toda la cabeza me palpitaba y entre náuseas y mareos no podía ver nada. En mi boca podía sentir el sabor de la sangre, eso dejaría marca, mi rostro ardía.

Me había golpeado

El que creía que sería el amor de mi vida siempre, acababa de darme una bofetada de los mil demonios. Me dolió más el alma que el mismo golpe. ¿Cómo pudo ser capaz de tanto?

— Eso es para que aprendas a respetar a un hombre, y aquí te quedas para ver quién te recoge ahora y te dejes follar por el primero que pare, eso es lo que te mereces por zorra — diciendo esto se subió al auto y lo puso en marcha dejándome tirada en el medio de la nada.

Ahora que se había ido comencé a llorar como nunca. Lloré, como si mi vida dependiera de eso. Lágrimas y más lágrimas provenían de mis ojos, de ira, de furia, de impotencia, de dolor. Estuve así como una hora sentada en el suelo mirando la nada. Cuando por fin pude llamar a un taxi para que me llevará a casa. Nunca en mis dieciocho años me había sentido tan sucia como Ángel me había hecho sentir esa noche.

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