A la siguiente mañana, Gon decidió ir por iniciativa propia al alquiler de los Zoldyck. Quería saber porque tanta intriga y evasivas por parte de Killua.
La única que lo recibió en la puerta fue Alluka.
— Mi hermano salió.
— ¿Y te dejo sola? — grito, eso sí que no se lo creía.
— Dijo que sería por un momento. Tenía una mirada extraña...— murmuro Alluka, cabizbaja. Se notaba que no había dormido de la preocupación.
— ¿Te importa si me quedo un rato?
— No, pasa, por favor.
Alluka era muy agradable, aunque a veces se la daba de infantil e imprudente. Ese día, por estar concentrada en su hermano, zurciendo peluches con los dedos inquietos. Gon la compadeció y trato de buscar la mejor manera de aliviar su angustia, asomándose a su cuarto, donde tropezó con un baúl lleno de muñecos.
— ¡Cielos! ¿Los hiciste tú? Son geniales, Alluka.
— Cuando mi hermano se fue, empecé a hacerlos— confeso, delatando que toda la noche estuvo confeccionando muñecos— Quédate hasta que regresé, por favor, no me gusta estar sola. Me recuerda a mi antigua casa, siempre encerrada, sin nadie a mi lado...Solo mis peluches y yo...
— ¡Esta bien, está bien! — Gon se apresuró en ceder, rendido a los ojos propensos a las lágrimas— Me quedare. Dime en que te ayudo.
— Me falta más hilo rojo.
— ¿Este? — Gon rebusco en un cajón del armario y encontró cantidades de artículos para tejer, zurcir y coser. Todos los instrumentos esenciales de una modista— Vaya, tienes muchos.
— Mi hermano me los compra. Sus gestos amables me hacen feliz.
Gon afirmo, de acuerdo. El amor de Killua era intenso y duradero, así como esos muñecos hechos de manos delicadas y habilidosas. En el baúl de juguetes, encontró docenas de muñecos con la apariencia de Killua, entre otras figuras. Alluka decía que eran parientes suyos, algunos conocidos, personas que solo vio una vez. A ella le gustaba recordar a todo personaje que le resultara interesante planteándolo en la tela.
Alluka sorprendió con muñecos de toda la Brigada Fantasma.
— Que memoria tienes— soltó Gon, atónito. El peluche que Alluka intentaba terminar era de Hisoka, agregándole más hilo rojo para definir su cabello, junto a otros detalles— Eres increíble, Alluka.
— Son cosas mías, no es la gran cosa— respondió ella, humilde.
— ¿Por qué tienes tantos de Killua?
— Mi hermano es precioso. Me gusta tener muñecos con cualquier postura o expresión suya. Mi primer peluche lo hice pensando en mi hermano. Él se rio y acepto con gusto mi regalo, desde entonces, hago muñecos para él, pero para mejorar mi habilidad decidí hacer de otros.
— Eres una profesional— Halago Gon, sincero.
Al cabo de quince minutos, Alluka acabo el muñeco de Hisoka y se lo tendió a Gon.
— Tómalo. Llévate los otros y dáselos a quienes correspondan.
— ¿Qué? No, Alluka, son tuyos. Te has esmerado tanto...
— Esta bien, me haría feliz si los aceptan. Si alguno no lo quiere, pídeles que me los devuelvan para recordar cómo eran esos cirqueros tan divertidos— dijo ella, tomando a otro peluche para decorarlo.
Viendo que no podía poner pegas, Gon accedió y metió los muñecos en su mochila. Alluka continuo con lo suyo, con el moreno sirviéndole de asistente, cuando Killua regreso.
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A la esquina de Wonderland
Hayran KurguEl circo ambulante Brigada Fantasma ha arribado en Isla Ballena. Un niño curioso y bienintencionado se verá envuelto en una intriga junto a dos hermanos de pasado oscuro, un misterioso periodista conspirador y un mago muy especial. ¡No hay que ir a...