Octava Función - La Pistolera

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Perdón, perdón, se suponía que debía publicarlo antes. 

Para compensar, este capitulo será un poco más largo. ¡Que lo disfruten!

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— ¿Hermano?

— Hola, Killua.

Con el mismo vestuario de Hisoka, se presentó un hombre de cabellos negros hasta la cintura y ojos vacíos, tal como un pozo negro de maldad.

Killua, repentinamente aterrorizado, balbuceo: — ¿Qué haces aquí?

— Solo cumplía un favor. Veo que he fallado.

Era la primera vez que alguien veía detrás de su máscara. Sabía que actuar como Hisoka era un trabajo duro, que nadie más que él podía dar una buena caracterización en su nombre. Estaba seguro que iba bien hasta que ese niño de verde lo descubrió, apenas sin hablar.

— ¿Ese es tu hermano, Killua? — inquirió Kurapika, viendo su cambio de actitud.

— Sí, es Illumi.

— ¡Onni-chan! — Alluka abrazó a la cintura de Killua, cerrando los ojos del miedo— No dejes que me lleve.

— Jamás— declaró el albino en un rugido. Miro hacia Illumi con repulsión, odio y miedo. Demasiadas emociones mezcladas en su rostro.

— Sabia que nunca se separarían, ustedes dos— escupió Illumi con desprecio— Te has llevado a la oveja negra de la casa contigo y te hiciste cirquero. Has caído bajo. Sabes cuál es tu verdadero destino.

— Déjame en paz.

— ¿Dónde está Hisoka? — pregunto Gon, en medio de la tensión.

— En alguna parte. Me pidió que lo reemplazara unas horas.

Kurapika se impuso por delante de los niños.

— No tenemos asuntos pertinentes con usted, por consiguiente, nos retiramos.

— ¿Quiénes se creen que son ustedes? Quiero hablar con mi hermano.

— ¡Yo no te quiero hablar, cínico! — Killua se salió de sus casillas, sus piernas temblando— ¡Al diablo! — Killua soltó a su hermana, dando el primer paso para enfrentar a Illumi. El repentino agarre de Kurapika en su muñeca lo detuvo— ¡Suéltame!

— No te dejare hacer nada imprudente. Vámonos, no tenemos nada que hacer aquí.

— Killua— Gon quiso ayudar. No se sentía seguro cerca de Illumi, que a diferencia del aura amenazante de Hisoka, traía una presencia sombría e increíblemente hostil— Déjalo, vámonos.

— ¿Tú también?

— ¡Onni-chan, no lo dejes llevarme de regreso! ¡Quiero quedarme contigo para siempre! — gritaba Alluka, aferrándose a su brazo.

Entre estas demandas de retirada, Killua se obligó a calmarse y pensar en frio.

— Kill, ¿Porque los dejas hablar? Ven conmigo.

— No tengo nada que ver contigo ya. Vete por donde viniste y deja de fastidiar.

— Te has vuelto rudo...

— ¡Aléjate de el!

Fue rápido, sorprendentemente rápido. Illumi se aproximó a Killua, dispuesto a agarrarlo, cuando Kurapika lo aparto de su camino con un curioso sonido de cadenas chocando y Gon golpeando con la dureza de su caña de pescar para limitarle el paso.

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